Sevilla
La voluntad del contribuyente
El número de ciudadanos que votó al PSOE el 20 de noviembre pasado fue de 6.973.880. El número de contribuyentes que el último ejercicio fiscal marcó la «X» en la casilla de la Iglesia católica ascendió a 7.454.823, cifra que si se depuran las declaraciones conjuntas del IRPF, se eleva a 9.200.000 ciudadanos. No todos son creyentes ni fieles practicantes. Sólo por este dato, frío y objetivo donde los haya, el nuevo secretario general socialista, Pérez Rubalcaba, debería pensárselo dos veces antes de embarcarse otra vez en amenazas como la que profirió en el congreso socialista de Sevilla de revisar los Acuerdos con la Santa Sede. La inmensa mayoría de los españoles se confiesa católica y una buena parte decide, libre y voluntariamente, apoyar con sus impuestos a la Iglesia. Según los datos publicados ayer, las declaraciones del IRPF en las que se ha marcado la casilla de la Iglesia han aumentado en casi doscientas mil, lo que resulta muy revelador por dos motivos: por la crisis económica y por la persistente política anticlerical del anterior Gobierno. En efecto, pese a la campaña de desprestigio que desde instancias socialistas se ha dirigido contra la Iglesia, con ataques directos a su sistema de financiación, el ciudadano ha sabido discernir el valor de una institución que, además de atenderle espiritualmente, dedica cantidades ingentes de medios y personas a socorrer a los más necesitados. Es precisamente en época de crisis, que golpea a cientos de miles de familias, cuando se percibe en su exacta medida la aportación social de la Iglesia, principalmente a través de Caritas, y se desnuda la falacia de ciertas ONG de izquierdas que sólo subsisten gracias a las subvenciones y los favores. Que el 35,71% de los trabajadores por cuenta ajena confíe en la Iglesia para que administre el 0,7% de sus impuestos es algo más que un mero dato estadístico o contable: es una radiografía fiel de los principios éticos y sociales que defiende la sociedad. Hace algunos días, la izquierda radical representada por IU exigió que se rebajara un 20% «la financiación de la Iglesia», al igual que se había hecho con los partidos y los sindicatos. No se sabe qué causa más estupefacción: si que haya dirigentes políticos que no distingan entre una partida presupuestaria y una asignación tributaria o que desprecien la voluntad del contribuyente libremente expresada. Si la izquierda española, incluido el PSOE, considera que el procedimiento de la casilla en el IRPF es muy ventajoso para la Iglesia, se le invita a que lo reclame como sistema de financiación para sí mima y para los sindicatos. Nada más democrático y ceñido a la voluntad popular. Una declaración de la renta, un voto. A ver si esa izquierda política y sindical que se arroga la voz del pueblo tiene la valentía de someterse al escrutinio del contribuyente, como hace la Iglesia todos los años.
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