París

Paloma Segrelles: un detective privado para «cazar» la infidelidad

El círculo cercano de la familia Segrelles relata a LA RAZÓN cómo descubrió Paloma el engaño que ha sufrido por parte de su marido

Paloma Segrelles: un detective privado para «cazar» la infidelidad
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La infidelidad de Emilio Álvarez, marido de Paloma Segrelles, hija de una de las mujeres con más poder social de España, es desde las últimas semanas tertulia corriente en los corrillos del «establishment» patrio, donde ambos siempre se han movido con mucha soltura. La publicación hace unos días de una fotografía del empresario besándose en la calle con otra mujer fue el detonante del escándalo. Al parecer, dicha imagen fue tomada hace cuatro meses y, desde entonces, la pareja vive una crisis tan aguda que muy previsiblemente terminará en un controvertido divorcio. Pero lo cierto es que, salvo un reducidísimo círculo de familiares y amigos íntimos, nadie conocía que este matrimonio, que se casó en 2007 ante la élite más influyente del país, estuviera agonizando.

Ahora, más allá de la simple noticia, lo que todo el mundo se pregunta es cómo Segrelles terminó descubriendo el amargo pastel que el padre de sus gemelas, Adriana y Tiziana, de dos años, le estaba presuntamente escondiendo desde hacía tiempo. Una de las hipótesis que cobra más fuerza es la contratación por parte de la «socialité» de los servicios de un detective privado para que siguiese los pasos de su marido, del que tenía serias dudas desde hacía varias semanas. Éste, finalmente, habría pillado a Álvarez in fraganti en Valladolid con una joven rubia a plena luz del día. Los padres de la actual directora de la rama joven del Club Siglo XXI, (él, abogado de La Rota; y ella, consejera áulica en las grandes decisiones de su hija) la habrían empujado a abrir los ojos para descubrir que su esposo no estaba jugando limpio. Un golpe muy duro para Paloma Segrelles, «que está completamente destrozada», según cuentan sus más próximos.

¿Fotógrafo o detective?
Sin embargo, fuentes cercanas a la familia Segrelles niegan la existencia de tal detective privado, alegando que Álvarez Mezquiriz, uno de los siete hijos del propietario del Grupo Eulen y las bodegas Vega Sicilia, siempre ha llevado seguridad contratada y que se hubiera sentido espiado. Optan por explicar que fue un fotógrafo que le debía un favor a Paloma Segrelles madre desde hacía 13 años el que puso a la matriarca sobre la pista. Ésta habría avisado a su hija de la existencia de tal documento gráfico. «Ella no hizo mucho caso en principio. Se fue con su marido a París y todo. ‘‘Qué tonterías son esas, mamá'', le espetó. Ella la advirtió, pero fue en balde. Al volver, se dio cuenta y lo vio todo claro», explican. Pero, sin embargo, la imagen es de todo menos evidente. No se percibe si el beso entre Álvarez y la misteriosa rubia es en verdad un ósculo furtivo y apasionado o, por el contrario, de despedida o cortesía. Una fuente muy cercana confirma que cuando Paloma le mostró las imágenes del «delito» a su marido, Emilio reconoció la infidelidad sin cortapisas y aceptó el trágico sino de su matrimonio.

Punto aclarado. En cambio, la procedencia de la instantánea tampoco es manifiestamente clara. A diferencia de lo que se ha contado, ningún medio sabía de la crisis de la pareja. LA RAZÓN puede confirmar que las imágenes no proceden de ninguna agencia fotográfica y, por tanto, no podían haber dado vuelta por todas las redacciones como algunas cabeceras se empeñan en recalcar.

Bombazo informativo
Fue «Vanitatis» quien se hizo con ella y dio el bombazo informativo, pero sin pagar un solo euro por la misma, ya que de haber estado en venta las revistas hubieran optado en primer lugar a su compra. No fue así. A su vez, Segrelles no paralizó en ningún momento su publicación como es evidente. Lo que queda claro es que la calidad de la foto encajaría más en la de un detective dando caza a su presa y no a la de un paparazzi, lo que a su vez vendría a debilitar la hipótesis que ofrecen los allegados a los Segrelles.

Sobrevivir al escándalo
Desde que saltara el escándalo, a Emilio Álvarez se le ha tragado la tierra. «Está devastado y tiene miedo. Nunca le ha gustado mucho la prensa y ahora se ve en medio de esta espiral tan peligrosa… Se siente fatal con todo lo que está pasando y se siente continuamente vigilado», cuentan algunos de sus amigos a LA RAZÓN. Puestos en contacto con él, ha sido imposible mantener conversación alguna. Su secretaria promete devolver una llamada que nunca llega. Este periódico ha podido ratificar que todavía reside en el domicilio conyugal de Puerta de Hierro, aunque nadie lo ha visto por allí. Las inmediaciones de la residencia están llenas de agencias y fotógrafos dispuestos a conseguir una imagen suya.

De tener un perfil mediático bajo, tanto Segrelles como Álvarez han terminado por protagonizar un culebrón sólo apto para las altas esferas. El divorcio, que parece que llegará con toda seguridad, promete intensidad. «Ya no sirve para nada demostrar que ha habido cuernos. En todo caso, llegarán a un acuerdo económico y el Fiscal deberá intervenir para fijar la pensión a las hijas y los términos de la custodia», explica en conversación con este diario el abogado Javier Saavedra. Por su parte, los amigos de Paloma Segrelles Junior, habituales del cuché como Patricia Rato, Genoveva Casanova, los Trapote o Alfonso de Borbón no dan crédito a la noticia. No pueden creer que ésta, paradigma de una típica niña bien de Madrid, haya terminado convertida en carne de cañón para las crónicas de cuernos más sensacionalistas del país.