Valencia
La crisis y los jóvenes se olvidan de los pueblos más pequeños
La disminución de servicios básicos se nota menos en las villas. Reciben asistencia médica solo dos días a la semana
ValenciA- Los cinco pueblos más pequeños de la Comunitat han escapado a los numerosos recortes en Sanidad y Educación que en los últimos meses se han llevado a cabo. Castell de Cabres, Palanques, Sempere, Tollos e Higueras ya no tenían más que recortar. Los servicios sanitarios son mínimos y solo reciben asistencia médica dos días por semana, las escuelas ni siquiera existen y alimentos básicos como el pan, tampoco se ofrecen. Con menos de cincuenta habitantes, la crisis ha pasado de largo en los municipios más deshabitados de la región.
«El médico viene al pueblo una vez por semana y el resto de los días, si hay urgencias, tenemos que desplazarnos a Forcait», comenta la alcaldesa de Palanques, Lucía Martí. Es un pequeño pueblo en el interior de Castellón que, sorprendentemente, y a pesar de sus apenas 32 habitantes, tiene una media de edad de solo 39 años. Los nueve niños en edad escolar que residen en el pueblo son una excepción en este tipo de poblaciones de las que los jóvenes huyen en busca de trabajo y ocio. «Aunque la gente está muy contenta porque tenemos todo lo básico», comenta.
No tienen la misma suerte en Castell de Cabres o en Sempere, donde ni siquiera las panaderías o pescaderías ambulantes visitan el pueblo. Son demasiado pequeños para ello. De hecho, Castell, con sus 17 censados, es la localidad de menor tamaño de la Comunitat. «Pero tenemos correo todos los días», comenta resignado José Ramón Segura, dueño del restaurante La Espiga. Es consciente, sin embargo, de la enorme importancia que juegan ahora las Administraciones para fomentar y desarrollar unos pueblos necesitados de mano de obra joven. «La continuidad del pueblo es muy turbia», asegura. No es para menos. No hay niños en sus calles y tampoco los mayores viven ya allí. El riesgo que corren por su delicada salud y los escasos servicios, lo impiden.
El verano y las fiestas llenarán por unos días estas poblaciones que, en pleno siglo XXI, siguen viviendo exclusivamente de la ganadería, la agricultura y, en algunos casos, la hostelería. La necesidad de reactivar su economía y devolverles la vida y la algarabía durante todo el año es un llamamiento común de estas poblaciones al tiempo que piden que, por estar en crisis, sus escasos y modestos servicios no se vean afectados.
Higueras, un vecindario dividido
Valencia- Con la Sierra de Espadán de fondo, los cincuenta habitantes de Higueras tienen visiones bien distinta de su entorno. Las escasas condiciones higiénicas del centro de salud, la lejanía de los contenedores del centro urbano, el elevado gasto de la luz -propiedad del Ayuntamiento- o «el derroche de dinero en infraestructuras inacabadas de gran tamaño», son los caballos de batalla de unos vecinos, que, además de sufrir la escasez de servicios, luchan por la «mala calidad» de los que disponen.
Aunque no todos están de acuerdo. Francisco Gimeno, alcalde de Higueras, reconoce que legalmente está prohibido tener la luz en propiedad y que, hasta ahora, su precio ha sido determinado por el Consistorio, aunque «a un precio menor que el de las compañías», pero reitera que todas las obras del municipio están acabadas. «Tienen todas las licencias», comenta cuando se le pregunta por un hotel de lujo recién inaugurado que, sin embargo está cerrado. «Se hizo para fomentar el trabajo en el pueblo», dice, aunque añade que «el mal servicio del restaurante», obligó a cerrarlo. Estaba en manos de vecinos.
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