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OPINIÓN: Divino

La Razón
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Quienes no supieron ver en la peineta y la mantilla de «la loli» (así llaman cariñosamente en Castilla La Mancha a la señora De Cospedal) la valla publicitaria que era y el mensaje compuesto de puntillas que pregonaba desde el tronío estarán ahora atónitos por las maneras litúrgicas que va cogiendo el poder en activo del PP. Lo último ha sido proclamar que la suya es una reforma «justa y necesaria», despertando en nosotros el soniquete adquirido siquiera sea en las misas de difuntos que llevamos puestas. Es una medida entre conductista y pauloviana pues todo es oír «justo y necesario» y nos dan ganas de alabar al Señor, en este caso al señor Rajoy. En la versión laica que postulan se trata de escuchar la entradilla y exclamar todos, con gran regocijo, «verdaderamente es justa y necesaria, Rajoy, esa reforma que nos has traído junto con la buena nueva de haber accedido al poder aquellos que nunca debieron dejarlo (y si no que le pregunten al maléfico Zapatero)». Una vez más, Dios ha distinguido a España con signos maravillosos como los que acompañaron el nacimiento de Kim Jon Il, el del doble arco iris y sucesor mofletudo; no sólo nos ha puesto en el centro del mapamundi sino que, además, para mayor lujo y distinción, nos ha constituido en el epicentro del bien, mientras otros ocupan el eje del mal, hoy muy dañado desde lo del pobre Bin Laden. Y esto no ha hecho más que empezar. Nos vamos a enterar de lo que supone haber abandonado durante tanto tiempo los caminos del Señor. Prepárense para que los telediarios empiecen con un «dominus vobiscum» y vayan aprendiendo a responder «et cum spiritu tuo».