España
Elecciones anticipadas
El presidente del Gobierno se ha convertido en un político menor e irresponsable. Ni el valor se le supone cuando algunos de sus asesores le insisten en que tiene que tomar medidas para no llevar a España a la ruina económica. Pero no quiere, probablemente, porque se siente un iluminado. Prefiere seguir esperando, no sabemos a qué, a dos años de las elecciones generales.
Ha conseguido generar desconfianza hacia España cuando no hace mucho nos miraban, desde fuera, como un ejemplo de prosperidad. De la Champions nos lleva directamente al infierno. En este punto estamos, en la indefinición, en el mirar hacia otro lado como si no pasara nada cuando se nos cae la casa, escondidos en la bodega del barco en plena tempestad o confundiendo los gigantes con molinos de viento.
Y, pese a todo, con cuatro millones y medio de parados, hay españoles que le dan su apoyo. Pero si quiere seguir a la deriva debería contar de nuevo con el aval y con el voto de los que están dispuestos a pagar las consecuencias de su talante. Por eso, debe de convocar elecciones generales, para que una mayoría de los españoles le den el visto bueno a lo que está haciendo o le manden a su casa, y para que gobierne otro con un proyecto diferente.
El de ZP se ha agotado. No es una cuestión de haber aprendido economía en dos tardes. Es tener sentido de Estado, sentido común y recordar que es el presidente de una gran nación, España.
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