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No se quiere por Julián García Candau
José Antonio Reyes conoció muy joven la fama y el dinero y no estaba preparado para ello. Los acontecimientos le superaron. Se convirtió en ídolo sevillista y a partir de ese momento su carrera fue fulgurante. El Arsenal se lo llevó y allí fue el primer español en ganar el campeonato inglés. Pero se deslumbró. Le apasionan los automóviles y gastó en tales caprichos mucho dinero, además de protagonizar episodios chocantes trayendo y llevando vehículos.
Fue internacional y Luis Aragonés trató de convencerle de que era mejor de lo que él mismo creía, y en un entrenamiento de la Selección fue cuando se le escapó aquello de que era superior al negro que tenía por compañero (Henry). Los triunfos le confundieron y lo recuperó el Real Madrid para el fútbol español. Con el Madrid también fue campeón –de Liga–, como con el Atlético –Europa League y Supercopa–, pero se perdió la Eurocopa y el Mundial, torneos en los que por su calidad, si hubiera sido acompañada de buena sesera, habría participado. Su irregularidad le llevó a ser cedido al Benfica. En el nuevo regreso ilusionó a los atléticos aunque no acabó de centrarse. Simeone no ha puesto pegas para su traspaso. Le ha conocido rápidamente.
De su última y conflictiva etapa ha sido culpado Gregorio Manzano. La historia dice que tampoco cuajó con Arsene Wenger, Fabio Capello ni con Abel Resino, y Javier Aguirre dijo de él que su futuro era un enigma. Ha vuelto al punto de partida y dice que va a ser feliz. ¡Qué pena el tiempo perdido!
Posdata. Pensamiento atlético: Tanta gloria te dé Dios como descanso dejas.
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