Barcelona

Irreverencia innecesaria

La Razón
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Con dinero público se estrenó en Barcelona una obra de teatro destinada a herir y provocar la sensibilidad de los católicos, con una provocación alrededor de la reciente visita del Papa. Quizá todos sepan que la acción discurre en una sauna para gays, y allí se reflexiona sobre sentimientos y poder. En medio de culos al aire, feísimos, por cierto, y un lenguaje más que soez y blasfemo, se incluye una meada sobre la chepa de un personaje que no oculta su conservadurismo político y su catolicismo a ultranza. Luego están otras monadas, innecesarias como todas ellas, como esa escena en que una mujer de la limpieza lleva en una bolsa de la basura un cáliz y una cruz de San Jordi. Creo que como muestra ya valen estos botones, pero hay más.

El otro día se hablaba de este tema en un debate televisivo, y una más que dicharachera periodista se declaraba profundamente anticlerical y a favor de este tipo de «arte». Hombre, en el arte ano hay duda de que casi siempre hay un punto de provocación, algo que nada tiene que ver con la ofensa que, en este caso puede suponer para quienes somos contribuyentes católicos, que con nuestro dinero se nos está sacudiendo la badana de nuestra sensibilidad. Y aunque estamos enseñados a mirar en sentido contrario a donde se nos está agraviando, despreciando e hiriendo, tampoco tenemos por qué dejar que se nos escupa con tanto entusiasmo. Podría decir ahora aquello tan manoseado de que con Alá no se atreverían, porque los musulmanes no tragan un pelo. Tampoco con Buda, por poner otro ejemplo. Es una acción tan cobarde como rastrera. Peor para ellos.