Medidas económicas

El traspaso

La Razón
La RazónLa Razón

Nuestro lenguaje es todavía demasiado optimista y no está a la altura o a la «bajura» de la circunstancias económicas que atraviesa España. Hablamos con demasiada alegría del «traspaso de poderes» cuando de lo que tenemos que hablar es probablemente del «traspaso de marrones», del traspaso de las deudas, los compromisos de gasto, los agujeros, en fin, que le deje al PP el Ejecutivo socialista que aún lo sigue siendo en funciones.

No resulta raro que Rajoy tenga prisa por conocer el estado exacto de las cuentas públicas. No es raro que no quiera anunciar qué medidas tomará y qué reformas emprenderá, por más que las demanden los mercados, si aún no tiene en sus manos la contabilidad nacional; si tampoco puede adoptar ninguna decisión mientras no haya formado Gobierno y no sepa con precisión a qué va a tener que enfrentarse.

 La fuerte presión que se está ejerciendo sobre Rajoy para que concrete sus actuaciones de gobierno o para que nos proporcione los nombres de los ministros que compondrán su gabinete no tiene el menor sentido en semejantes condiciones. En el mejor de los casos, esa presión sólo puede estar inspirada por una curiosidad comprensiblemente condenada a no ser satisfecha y, en el caso peor, por unas intenciones filibusteras por parte de quienes ya hicieron oposición a la oposición: la de convertir en responsables de una situación que puede empeorar por días a quienes no tienen todavía autoridad para controlarla y la de tratar de pillarles en el renuncio de la rectificación si ese traspaso contiene no más poderes sino más malas noticias, más impotencias y más desgracias que las previsibles.