Los Ángeles

Muere Richard Hamilton el «abuelo» del Pop

Corría el año 1956. Los británicos más atrevidos acudieron a la galería londinense Whitechapel. Quedaron bastante impactados con una obra llamada «Este es el mañana». Lo cierto es que no sabían si les horrorizaba o les encantaba. El póster era bastante inusual: una mujer desnuda en un sofá y un culturista que sostenía una piruleta de gran tamaño con la etiqueta «pop» en un lugar destacado.

Richard Hamilton en 2010, durante la presentación de su obra en el Prado
Richard Hamilton en 2010, durante la presentación de su obra en el Pradolarazon

El artista responsable era Richard Hamilton. Desde aquel momento fue bautizado como el padre del «pop-art», pero lo cierto es que a él nunca le gustó aquel sobrenombre. Siempre decía que se sentía «muy orgulloso de ser el abuelo». Irónico, perfeccionista, modesto y creador insaciable, el británico dejó ayer prácticamente huérfano al movimiento que marcó el siglo XX, una corriente que cuenta con Alex Katz ya casi como único representante.

Hamilton falleció a los 89 años tras una larga enfermedad mientras trabajaba en una retrospectiva que iba a exhibirse en 2013 en Los Ángeles, Filadelfia, Londres y Madrid. Sus trabajo más icónico fue «Qué es lo que hace las casas de hoy tan diferentes, tan atractivas» (1965), un fotomontaje donde también aparece la palabra «pop» en una raqueta. Los expertos lo consideran la primera obra que se inscribe totalmente en el movimiento. «Estoy bastante aburrido de ella, pero es una buena fuente de ingresos», explicó el artista recientemente en una entrevista.

Particulares «Meninas»
Tenía un humor negro inteligente y lo mostró sin tapujos justo hace un año en España, cuando expuso su obra en el Museo del Prado con motivo de un homenaje a Piccaso, considerado por Hamilton como «el artista más importanrte, sino de la historia, sí del siglo XX». Para conmemorar el 90 aniversario del malagueño optó por hacer su particular visión de «Las Meninas». «Pensé que los personajes de las obras de Velázquez podían ser tratados como las estrellas de Picasso», dijo entonces. Manuel Mena, conservadora del Museo del Prado, recuerda aquella experiencia como única: «Era un hombre firme, aunque no obstinado, que disfrutó muchísimo con su visita al museo. Los grandes artistas modernos y contemporáneos se sienten atraídos irremediablemente por esta pinacoteca. A ñel le encataban los museos antiguos, por eso, cuando decidió homenajear a Picasso lo hizo a través de una obra que admiraba como ‘‘Las Meninas''. El arte es universal y así lo concibió él». Mena destaca que le producía risa el éxito que despertaba entre los jóvenes, «la admiración de los nuevos. Se preguntaba qué tenía él para llamar su atención. Era excepcional. Para mí, los artistas son lo máximo dentro de la humanidad». En España hizo su última descripción de la corriente que le dio la fama: «El pop-art es un movimiento popular –se dirige a una audiencia de masas–, efímero –una solución a corto plazo–, fungible –se olvida fácilmente–, de bajo coste, producido en masa, ingenioso, sexy, joven, tramposo y un gran negocio».