Conciertos
El espíritu de Bob Marley llega a Benicàssim
Llegó el gran día del Rototom. El festival de reggae rinde este año homenaje al mítico Bob Marley y la noche del martes fue el momento elegido para llevar a cabo ese tributo. Y se hizo con la presencia en el escenario principal de dos de los hijos del cantante, Ziggy y Kymani, y su viuda, Rita.
El aperitivo ya había llegado el primer día con la actuación de Stephen, pero éste era el plato fuerte, el que todos los asistentes esperaban. Todos le recordaron a través de sus canciones y de sus mensajes de amor, paz y unidad. Un recuerdo este del que pudieron disfrutar las cerca de 30.000 personas que se dieron cita en Benicàssim.
El primero de todos los Marley en subirse al escenario fue Ziggy, que llegaba para presentar su último trabajo, "Wild & Free". Pese a su seriedad ante el micro y su poca interacción con el público, el ganador de un Grammy en 2006 no tuvo ningún problema para meterse a la gente en el bolsillo.
La actuación del primogénito de Bob Marley no decayó ni un segundo durante la hora y media que duró y tuvo dos momentos especiales. El primero fue cuando cantó el clásico tema de su padre "Is this love", con un público entregado al máximo. Y el segundo, cuando para cerrar el concierto llamó a su madre, Rita, para que le acompañara con "One Love", todo un himno en este festival y que supuso un emotivo final a su actuación.
"Energía"Kymani
Tras él subió al escenario Kymani Marley, mucho más activo y enérgico que su hermano pero con el mismo tirón de cara al público, que no paró de corear sus canciones. También estuvo una hora y media entusiasmando a los asistentes, que enloquecían cada vez que sonaba alguno de los temas de su padre, como "So much trouble in the world"o "I shot the sheriff". Pero, sin duda, las canciones más aplaudidas y coreadas fueron otros dos clásicos del "Rey del reggae": "No woman no cry"y "Redemption song", con la que Kymani puso punto y final a su actuación con un sentido recuerdo a su padre.
Eran casi las 2:30 horas, ya del miércoles, y miles de personas abandonaban el festival con una sonrisa en la cara y tarareando sin parar las canciones de Marley. Su espíritu había sobrevolado la ciudad castellonense esa noche. Y nadie quería que se marchara.
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