Barcelona
Xavi esperaba a la final
Estaba disgustado por no ser decisivo en el torneo, pero ayer mandó en el partido y participó en los cuatro goles
Kiev- Tenía una cuenta pendiente Xavi con este torneo. Él es el estilo, el hombre que definió el modelo de juego de España cuando aprendió a ganar. Pero no se ha sentido cómodo en todo el campeonato. «Me hubiera gustado ser más determinante en los partidos», reconoció el sábado. Le faltaba algo y esa declaración en la última conferencia de prensa antes de la final anunciaba lo que estaba a punto de llegar. Porque Xavi estaba escondido, era intrascendente en el campeonato y los elogios eran para Pirlo, el jugador a partir del que Prandelli se atrevió a cambiar la naturaleza del fútbol italiano.
Quería ser determinante Xavi, que encontraba las palabras de apoyo del seleccionador. «Es muy difícil que Xavi juegue mal», decía. «Siempre juega bien. Tiene talento, personalidad, piensa en el equipo y marca el estilo, nuestra forma de jugar», añadía.
Xavi siempre juega bien, dice Del Bosque y ayer jugó como siempre. Volvió a ser el centro de la Selección, el mando. Volvió a asociarse en paredes al borde del área, a encontrar espacios donde no los hay. A dirigir.
Porque Italia y España se peleaban por ser la mejor selección del continente, pero Xavi se disputaba con Pirlo el reconocimiento de ser el mejor mediocentro del mundo. Y, mientras Pirlo, «el hombre que hace ganar campeonatos», como dice Piqué, se tenía que esforzar en defensa y hasta se veía obligado a mandar un balón fuera para no regalárselo a España con la defensa descolocada, Xavi se decidió a ganar el partido.
Participó en el primer gol para buscar a Cesc, que fue el que puso el balón en la cabeza de Silva después de una espectacular maniobra dentro del área pequeña. Era sólo un aviso para la exhibición que estaba por venir. El «8» de España maneja el juego cuando el rival está parado al borde del área, pero disfruta más cuando el contrario es valiente, como ayer Italia. A él, que no le cuesta encontrar los espacios en el borde del área cuando los defensas se amontonan, el horizonte se le abre aún más cuando el contrario deja espacios a su espalda. Y es mucho más feliz si a la izquierda ve aparecer un «sputnik» pequeñito como Jordi Alba. Nada era más fácil que poner la pelota entre él y el portero con una explanada inmensa por delante.
Pero todavía quedaba mucho por enseñar. Porque Xavi tiene juego y memoria. Y su cerebro recordó la final de Viena, de la que ayer se cumplieron cuatro años y dos días. Pero el tiempo pareció no haber pasado para la cabeza del centrocampista y las piernas de Torres. Corrió Fernando sin que Lahm le apretara, porque ya había caído en la semifinal. Con tiempo para pensar, con espacio para recordar, puso a Torres de cara frente a Buffon. No tuvo que hacer nada el «9», ni siquiera un control, sólo acomodar el cuerpo y mandar la pelota a la esquina.
Todo es más fácil si Xavi participa. Y, aunque Iniesta fue elegido el mejor jugador del encuentro, el balón sabe que no. El balón sabe que el número de la camiseta elegida estaba bien, pero en el lugar equivocado. El premio era para el «6» si el partido lo hubiera jugado el Barcelona, pero el premio debió ser para el «8» porque jugaba la Selección.
Y para demostrarlo, todavía le quedaban ganas para seguir lanzando balones a la espalda de la defensa italiana. Otra vez en dirección a Torres, pero Fernando es agradecido y vio venir a Mata por detrás. Su compañero en el Chelsea, su confesor, el hombro que le ha permitido no venirse abajo en los peores momentos de esta dura temporada. Y el gol lo marcó Mata en la primera pelota que tocaba en el campeonato. Pero en el origen de todo, como siempre, estaba Xavi.
Segundo triunfo «oficial» ante Italia
La actual generación de futbolistas españoles no se cansa de espantar fantasmas. Hace cuatro años rompió con 44 años de sequía de títulos, hace dos ganó su primer Mundial y ayer conquistó una triple corona que nunca nadie había logrado antes. Pero tenía otras cuentas personales contra rivales históricos. A Francia nunca la había superado en un partido oficial, y esta vez consiguió el triunfo en los cuartos (2-0). Con Italia sólo tenía una victoria «oficial», en el lejano 1920 y en unos Juegos Olímpicos. Otra racha con la que «La Roja» terminó ayer, y de la mejor manera: 4-0 en la final.
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