Parlamento Europeo

Europa sin rumbo por Cástor Díaz Barrado

La Razón
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Ha bastado que los socialistas franceses, liderados por François Hollande, obtengan una mayoría muy ajustada, en la primera vuelta de las elecciones francesas que se acaban de celebrar, para que comience a abrirse, con intensidad, el debate en torno al dilema entre austeridad y crecimiento económico y que se suscite, en el fondo, cuál ha de ser el devenir de Europa. Las posiciones de los líderes europeos que parecían inamovibles, en una y otra dirección, se van decantando hacia espacios de mayor ambigüedad y Europa proyecta una imagen exterior de desconcierto. Lo peor es que parece consagrarse una profunda división entre los países del sur y del norte de Europa y que no se vislumbra cuál es el camino más apropiado para la recuperación económica y cuáles deben ser los puntos de equilibrio. Incluso, se ha iniciado la reflexión en torno al alcance de la libre circulación de personas en el espacio de la UE y la necesidad de poner límites y obstáculos a los acuerdos Schëngen. No sólo la integración económica en el continente está en entredicho, como consecuencia de los efectos de la crisis mundial que golpea duramente a los estados de la Unión, sino que, también, se perciben «quiebras» en los avances que, a lo largo de los últimos años, se han producido en la integración política y social. El panorama aún no es desolador pero la fortaleza de la Unión Europea se resiente y está siendo observada. Estamos en momentos históricos, sobre todo para la Unión Europa, y es ahora cuando los líderes de los estados de la Unión deben señalar, con nitidez, el rumbo que debe seguir la integración de Europa, uno de los sueños más atractivos que se ha ido haciendo realidad a través de medidas que nos han beneficiado a todos y que han demostrado al resto del mundo que la integración de los estados es el camino apropiado para asegurar el bienestar. De nuevo, Alemania y Francia deben protagonizar e impulsar el futuro más inmediato de la Unión Europea, pero deben ser conscientes de que no caben «muchas Europas» con muchas y distintas velocidades. De producirse, en unos días, el triunfo electoral de François Hollande debería aprovecharse la ocasión para encontrar y adoptar un «Pacto por Europa» entre socialistas y conservadores y comenzar el proceso de pérdida de soberanía de los estados que demuestre al resto de los estados de la comunidad internacional que la Unión tiene un rumbo preciso y bien marcado. El camino de la «desintegración» debe estar cerrado y, con seguridad, no caben pasos atrás, al menos significativos, en los logros alcanzados. La soberanía de los estados es ahora cuando debe ser sustituida por la «soberanía de Europa». Éste es el mejor camino par alcanzar la recuperación política y económica y el mejor remedio en tiempos de dificultad. Ésta es la mejor solución.