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Contra el reloj y contra uno mismo

La dureza de las disciplinas individuales se palpa en el ciclismo, el atletismo o el tenis, entre otros, donde la exigencia física depende de lo que cada uno sea capaz hacer gracias a su fortaleza mental 

Contra el reloj y contra uno mismo
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Más allá de la fortaleza mental se encuentra la resistencia física. Uno puede querer correr el maratón en menos de las dos horas y quince minutos estimadas, pero si el cuerpo no da de sí y no responde, no hay nada que hacer. Disciplinas como el ciclismo, el atletismo o incluso el tenis exigen una preparación física que implica modificar el organismo y adaptarlo a las nuevas necesidades. Como dijo Peter Keen, fisiólogo del ejercicio y entrenador de Chris Boardman (ciclista campeón del mundo): «La naturaleza ha dotado al cuerpo humano de una máquina con un maravilloso sistema de control. Responde al esfuerzo adaptándose para aguantarlo mejor».

Por ello, Araceli Boraita Pérez, jefa del Servicio de Cardiología del Centro de Alto Rendimiento y de Investigación del Consejo Superior de Deportes (CSD), habla de organismos que se adaptan a las duras exigencias de la modalidad deportiva escogida. «El corazón de los deportistas de alto rendimiento nada tiene que ver con uno de una persona sana. El elevado nivel de ejercicio lo ha modificado, es más grande, y cuenta con unas características propias, que en otros casos se podría confundir con alguna patología», explica Boraita.

Además del sistema cardiovascular, también existen modificaciones del sistema respiratorio y metabólico. Uno de los puntos también a tener en cuenta es el cuidado de la armadura del organismo. El trabajo de los fisioterapeutas ayudará a medir y vigilar el desarrollo de los músculos que más se necesiten en cada una de las disciplinas, así como los más susceptibles a las lesiones.Sin embargo, adaptar el organismo no es una tarea sencilla y debe contar siempre con el apoyo de unos servicios médicos que supervisen la progresión y las alteraciones que se van llevando a cabo con el fin de realizar un seguimiento para confirmar que todo se encuentre dentro de unos baremos normales. «Trabajamos de forma conjunta con los deportistas. De forma periódica les realizamos exámenes médicos supercompletos para ver cómo se va amoldando el organismo», explica Boraita.

Entre los deportes con mayor exigencia física y mental, según la clasificación de Mitchell, se encuentran el ciclismo, el triatlón, las carreras de fondo de más de 5.000 metros, el boxeo, y el remo. Son disciplinas que demandan unos altos niveles cardiofisiológicos a nivel estático y dinámico. En el caso del atletismo, los profesionales llegan a correr unos 20 0 30 kilómetros al día, en diferentes condiciones climatológicas con el fin de preparar al cuerpo para un prueba determinada. Los ciclistas, por su parte, llegan a cubrir distancias que alcanzan los 200 kilómetros diarios, de este modo logran una mayor capacidad de resistencia en las grandes citas anuales como el Giro, el Tour o la Vuelta a España.

Otras actividades requieren un esfuerzo anaeróbico, es decir, que el rendimiento no depende tanto del suministro continuo de oxígeno sino de la capacidad explosiva del deportista. No es un deporte continuo, sino que tiene muchos altos y bajos, de hecho sólo un cinco por ciento de los puntos que se juegan duran más de 15 segundos, según diferentes estudios de «ITF Coaching» y se mantiene activo durante un 25 por ciento del total. Toda preparación resulta poca cuando el objetivo es rendir al cien por cien y evitar al mismo tiempo las lesiones, que pueden llegar a acabar con todo el trabajo de una temporada u obligar a hacer un paréntesis para recuperarse bien, antes de volver a recaer.Peligro de muerteLas tres causas principales de muerte súbita en los deportistas jóvenes son la displasia arritmogénica, la miocardiopatía hipertrófica y anomalías coronarias, según se manifiestó en el XXX Congreso de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM). En este marco, se destacó que con una resonancia magnética (RM) se pueden descartar patologías como la displasia arritmogénica, la miocardiopatía hipertrófica o anomalías coronarias. El aumento del grosor del músculo cardíaco es más llamativo en deportes en los que la actividad física es especialmente intensa, como el ciclismo o las carreras de fondo, la RM puede ayudar a distinguir entre lo normal y anormal con más precisión que otras técnicas, según ha precisado antes los congresistas el radiólogo del Hospital Sant Pau de Barcelona Alberto Hidalgo. Este experto subraya que los deportistas de élite son más propensos que el resto de la población a sufrir una muerte súbita cardiaca.

Según un estudio realizado por el equipo de Hidalgo con 40 deportistas menores de 35 años, la incidencia de las anomalías cardíacas en estos atletas es ligeramente superior a la del resto de la población, alcanzando entre un 15 y un 17 por ciento. De hecho, según este radiólogo, las actividades físicas de gran esfuerzo pueden provocar alteraciones en el grosor de la pared del corazón, lo que se conoce como cardiopatía hipertrófica. Por su parte, los deportistas que tienen alguna anomalía coronaria pueden ver agravada su situación debido a su actividad física de alta exigencia.

El nuevo InduráinSubirse al sillín con el único objetivo de llegar el primero a la meta no exime de grandes dosis sufrimiento para el ciclista. Muy al contrario, este deportista conoce muy bien las exigencias de la modalidad de carretera, de las carreras que se extienden a lo largo de dos o tres semanas. Alberto Contador se ha convertido en el nuevo Induráin, un ciclista completo capaz no sólo de hacerse fuerte en las durísimas etapas de montaña, en la que los desniveles llegan a alcanzar el 20 por ciento a lo largo de cinco o seis kilómetros, sino también de ser el más veloz en las etapas contrarreloj, como demostró en el último Tour. En esos momentos, el ciclista se sube sobre los pedales y exprime al máximo su organismo que transporta a un ritmo vertiginoso oxígeno hasta el último rincón muscular. Para ello, el corazón llega a bombear casi unas doscientas veces por minuto en la mayoría de los casos.

Atento hasta el último «match point»¿Quién no ha echado la tarde del domingo viendo un partido de tenis de Rafa Nadal? Durante al menos unas tres o cuatro horas el espectador contempla al manacorense recorrer la pista de punta a punta sin dar una bola por pérdida. Este sobreesfuerzo, para muchos sobrenatural, para otros una de las mejores cartas de presentación del tenista y algo con lo que sus rivales han de luchar antes de empezar el partido.

Nadal practica un juego agresivo, porque cuenta con una gran masa muscular, además de una singular capacidad para desplazarse lateralmente, con movimientos multidireccionales. Las carreras explosivas y las frenadas en seco propias de esta actividad requieren una musculatura armada desde los pies a la cabeza, por lo que el mallorquín pasa bastantes horas en el gimnasio, fortaleciendo todo el organismo por igual de cara a evitar los sustos de las lesiones. Además, la única forma de mantener el ritmo en la pista es gracias a una mente clara y despejada, como la de Nadal, otra de sus cualidades más avaladas. Su poder de concentración y espíritu de lucha y superación le han llevado a reconquistar París y con ello a alcanzar de nuevo el primer puesto del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP).