Historia
El proyecto universitario por Jorge Urrutia
La personalidad de Peces-Barba se ha hecho tan significativa en la construcción de España que puede resultar extemporáneo traer a colación otro de los campos intelectuales y administrativos en los que ha dejado impronta. No fui alumno suyo, pero debo mi actuación universitaria de los últimos veinte años a su generosidad y su confianza. Le acompañé a visitar al que consideraba su maestro (más allá del agradecimiento a Ruiz Giménez), el profesor Norberto Bobbio. Éste nos acogió emocionado, un día caluroso de abril de 1997, en su casa de Turín; con costumbre de anciano, se abrigaba en la butaca con una manta de cuadros. De aquel largo viaje (huía de los aviones como de la peste) recuerdo el cariño con que la gente interrumpía nuestro caminar por Barcelona para darle las gracias por su actuación política, o cómo recordaban sus hábitos (el agua mineral con gas) en trenes o cafés. Uno sentía caminar junto a un personaje histórico.
El primer Gobierno de Felipe González revitalizó el proyecto de crear una universidad en las zonas obreras del sur de Madrid. Peces-Barba optó por crear una universidad especialmente exigente. Mientras él desempeñó la máxima responsabilidad, se sostuvo una vida escolar en la que los profesores y el propio rector participábamos asiduamente. El aura de la Institución Libre de Enseñanza parecía renacer. Luego, el crecimiento de la universidad, la ampliación de las titulaciones, profesores y alumnos han hecho que pierda algo del tono anglosajón que empezaba a respirar, aunque Peces-Barba siempre defendió la importancia del español como lengua científica. Es cierto que con aquellos que no tenemos la cabeza «amueblada» como los juristas siempre tuvo un trato calificable de paternal, pero él, además de muebles, tenía en la suya una idea perfecta de lo que debería ser una universidad moderna, en la que las técnicas y las ciencias puras no vieran disonancia alguna con las humanísticas. Buscaba una institución para formar intelectuales modernos, y los que le acompañamos en la aventura mantenemos el deseo de que la Carlos III siga por esa vía. Se lo debemos a Gregorio.
Jorge Urrutia
Catedrático de Literatura de la Universidad Carlos III
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