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«La fantasía sexual es una buena terapia»

A vuela plumaRoser Amills es una escritora mallorquina que acaba de editar «Las 1.001 fantasías más eróticas y salvajes de la historia», un libro por el que desfilan los sueños eróticos de muchos de los personajes más importantes de la Historia. Así conocemos que Joyce tenía fascinación por las bragas olorosas o que Gaudí soñaba con los tobillos de las mujeres. 

«La fantasía sexual es una buena terapia»
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 Las 1.001 fantasías más eróticas y salvajes de la Historia», un título sugerente. ¿Qué se encuentra el lector en este libro?
-Es una recopilación de las fantasías eróticas que tenían o tienen muchos personajes conocidos. En el libro aparecen escritores, artistas, personajes históricos… gente que ha hecho grandes cosas en su vida, pero que tenían un mundo interior y erótico desconocidos, como Joyce, Einstein...
-¿Ellos hablaban públicamente de sus fantasías?
-En algunos casos lo hacían abiertamente, como Truman Capote, en otros los he buscado rastreando en sus biografías o en su correspondencia íntima también hay casos en los que la información viene de personas de su círculo íntimo, y también he hecho muchas entrevistas a los personajes actuales que aparecen en el libro. Que quede claro que no se trata de nada escabroso, son fantasías divertidas, juegos que tienen que ver con el erotismo y con la sexualidad de estos personajes.
-¿La fantasía es la puerta al erotismo?
-Claro, pero también es la puerta al autoconocimiento. Cuantas más fantasías de otras personas eres capaz de comprender, no digo compartir sino entender, más te conoces a ti mismo. Hay que recordar lo que decía Buñuel: «La imaginación no delinque».
-¿Cuando se cumplen estos sueños deja de existir el morbo?
-Cuando un sueño se cumple generalmente se produce un desencanto porque los hechos jamás están a la altura de la imaginación, la imaginación es infinita. En los viajes pasa algo parecido.
-¿La fantasía sexual puede ser una puerta a la salud?
-Yo creo que sí porque tendrá mayor salud mental y esta redunda en la salud física. Pasa como con la risa, está demostrado que es una buena terapia contra las enfermedades, y recordemos que la fantasía no es más que la risa del intelecto.
-¿Las comidas pueden ser eróticas?
-Por muchos motivos. Primero porque, como todo el mundo sabe, existen alimentos que son afrodisIacos y que animan a la fantasía sólo con verlos en la mesa, pero además hay gente que sueña con juegos eróticos en la comida. La cocinera Ana Parallada me contaba que su fantasía era que la invitaban a cenar, le ponían un antifaz y le untaban una pieza de foie en el sexo, o el propio Dalí que hablaba de un canibalismo místico con Gala.
-Algunos de estos personajes padecían enfermedades contagiosas, ¿cambiaba eso sus deseos eróticos?
-Chopin tenía sífilis y le cogió miedo al sexo, y terminó arruinando la vida de su pareja George Sand, que decía que perdió su juventud por culpa del músico, ya que nunca hubo tocamientos, todo se limitaba a la fantasía.