Música
La gran masa está satisfecha
La jornada inaugural del festival de Benicàssim no sirvió para obtener grandes conclusiones, pero sí algunas respuestas. La gran masa se fue satisfecha. La primera de esas conclusiones, contundente, fue la de la asistencia de público, que abarrotó todos los escenarios hasta el cierre de la jornada, de la, a priori, sesión con menos atractivos.
Algo más grises fueron las actuaciones, a excepción de Layabouts, Anna Calvi, Russian Red, tres nombres que aparentemente no estaban invitados a la fiesta británica. Ni Plan B ni The Streets estuvieron a su altura, especialmente el segundo. Y la mitad de los asistentes, los españoles, ni se inmutó con su actuación.
La vista no alcanzaba el final de la gran masa de público durante el concierto de Paolo Nutini: poca exigencia y satisfacción mínima, algo así como un McMenú. Los fibers españoles se conformaban con unos Dorian en estado de gracia, coreando el mágico «A cualquier otra parte», y con cantarle a Gaizka Mendieta aquello del «Gol realmente creíble» que escribieron en su día Los planetas. Gasteiz Ganz, que así se llama artísticamente el ex futbolista pinchadiscos, mezcló temas a seis manos y la cosa quedó en una anécdota divertida. Para cerrar la sesión, eligió canciones del rock de finales de los cincuenta y principios de los sesenta. Se metió al público en el bolsillo. No paraban de bailar.
Naúfragos de día
Benicàssim amaneció pesada, bajo el cielo nublado, y, como es costumbre, presa de riadas de jóvenes que llegan invariablemente con una botella de agua, una cerveza o una colchoneta hinchable. Las tres posesiones más valiosas de estos náufragos de día. La jornada del viernes ya fue otra cosa. La concurrrencia se acercaba al recinto con algo más de exigencia. Con ganas para ver, por fin, un gran espectáculo digno del prestigio del FIB. Comenzaba la acción con el rock de Aleación Pesada, de Ainara Le Gardon, y Nudozurdo, cuando empezaban a despejarse las tercas nubes, mientras que el divertidísimo congo Athom Rumba aprovechaba para sacar las energías de las primeras horas de la tarde. Pero demasiado pronto como para que llegase lo bueno. La nota nostálgica del día, The Undertones, reverdecieron laureles hasta la mítica «Teenage Kicks», con la que los adolescentes, otra vez, dieron patadas.
Entre los «peros» del festival no podemos evitar criticar el sonido en algunos. La música indie no es heavy y está lejos de parecerse al «ruido» con que los puristas definen al rock duro. Además, hay muchísimo polvo, como resultado de cierta desatención por parte de los equipos de limpieza del FIB. En cualquier caso no desluce lo que verdaderamente importa, la música y las ganas de pasarlo bien.
El crecimiento de Nudozurdo ha sido vertiginoso. Hace sólo dos años tocaron en el escenario más pequeño de este festival. Ayer llenaron el principal, Maravillas, con unos seguidores cien por cien españoles que se divirtieron. El grupo supo poner pausas durante la actuación y potenció su aspecto más literario. Con «El hijo de Dios» se metieron a los fibers en el bolsillo.
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