Estados Unidos
Nuevas tecnologías contra el olvido en Hiroshima y Nagasaki
El llamado «Archivo de Nagasaki» ofrece, con la ayuda de Google Maps, un mapa en 3D de la ciudad con fotos de los supervivientes.
Los últimos supervivientes del ataque atómico de Estados Unidos sobre Japón, hace 65 años, son hoy ancianos que se resisten a que sus recuerdos mueran con ellos, algo que tratan de evitar con la ayuda de la tecnología digital.
En Japón quedan cerca de 235.000 "hibakusha"(supervivientes de la bomba nuclear en Hiroshima y Nagasaki), pero tienen una media de edad de 75 años y muchos arrastran enfermedades por las radiaciones recibidas cuando eran niños a causa de la explosión nuclear.
Buena parte de ellos han dedicado su vida a luchar para que la masacre no caiga en el olvido con conferencias, entrevistas y giras por el mundo con el fin de difundir, como símbolos vivos de la tragedia, su elocuente mensaje contra las armas nucleares.
Pero los "hibakusha"son cada vez menos y con ellos se extinguen los relatos sobre lo ocurrido el 6 de agosto en Hiroshima y el 9 en Nagasaki, cuando dos bombas atómicas arrasaron ambas ciudades y acabaron con la vida de decenas de miles de personas.
A finales de 1945, 140.000 personas habían muerto en Hiroshima y 74.000 en Nagasaki por esos ataques, aunque las víctimas a causa de las radiaciones en los años posteriores fueron muchas más.
"Vi un fogonazo de intensa luz púrpura y blanca, las ventanas estallaron y el techo se derrumbó. Los gritos y quejidos de los heridos vibraban por todas partes", cuenta Naoyuki Okuma, un trabajador de Mitsubishi Electric que tenía 19 años cuando cayó la bomba de Nagasaki.
"Como mis heridas eran menores que las de otros, me pidieron que transportara a los heridos. Había quienes habían sido alcanzados por cristales, brazos y piernas rotos, gente con la piel abrasada", detalla Okuma.
Su relato ha quedado perpetuado en el llamado "Archivo de Nagasaki", una iniciativa digital que ofrece, con la ayuda de Google Maps, un mapa en 3D de la ciudad con fotos de los supervivientes en los lugares donde les sorprendió el ataque y sus testimonios.
La web (en_nagasaki.mapping.jp/p/nagasaki-archive.html), estrenada hace menos de un mes, pretende "guardar la trágica experiencia del pasado y convertirla en datos digitales accesibles para las futuras generaciones", dicen los responsables del proyecto, en el que ha colaborado la Universidad Metropolitana de Tokio.
"La atención de los medios de comunicación y los educadores y la oportunidad de tratar el tema de la bomba atómica está disminuyendo gradualmente, y la memoria comienza a borrarse", advierten.
La página de internet permite además que cualquier usuario envíe mensajes cortos y enlaces a través de la red social Twitter (#nagasaki0809), que aparecen como una nube superpuesta en el mapa.
Los sitios web dedicados a los "hibakusha"se han multiplicado en los últimos años en Japón, donde durante décadas las víctimas de Hiroshima y Nagasaki llevaron como una losa el estigma de la discriminación pues se creía que los efectos de la radiación podían ser contagiosos.
Entre los lugares emblemáticos que han echado mano de internet para difundir su mensaje está el Museo Memorial de la Paz de Hiroshima, muy cerca del lugar donde cayó la primera bomba atómica de la historia.
Después de que en el año 2000 el director mostrara su preocupación por la continua disminución del número de visitas, el centro decidió crear un "museo virtual"para que, desde cualquier rincón del mundo, se pueda hacer una visita interactiva por sus instalaciones (www.pcf.city.hiroshima.jp/index_e2.html).
Los responsables del Museo han realizado un ingente trabajo para recoger en las últimas décadas cerca de 130.000 relatos de supervivientes, de los que ha digitalizado un puñado que se puedan leer y escuchar online.
Traducidas hasta ahora al inglés, chino y coreano, esta semana el museo anunció la próxima versión de varios testimonios en otros siete idiomas, entre ellos el español.
El objetivo es mantener vivos estos recuerdos para las generaciones futuras. Porque, como asegura el lema del Museo de Hiroshima: "Si nadie habla, nada cambia".
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