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Mecenazgo por Idoia Arbillaga
No son pocas las voces que reclaman una Ley de Mecenazgo Artístico. Una muy acertadamente argüida opinión es la de Pedro Alberto Cruz, quien encuentra necesario «arbitrar un programa de incentivos fiscales capaz de estimular la inversión privada». Los mecenazgos históricamente han sido célebres e imprescindibles. Juan Andrés escribió en el s. XVIII la primera Historia Universal de la Literatura gracias a que los Marqueses Bianchi lo financiaron durante varias décadas, ahí es nada. ¡Y sin beneficios fiscales! También crearon gracias a los mecenas Virgilio y Horacio, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Botticelli; Velázquez, Góngora, Quevedo y Lope de Vega. No cabe duda de que las subvenciones institucionales han fomentado clientelismos y el estraperlo de las propias subvenciones, por así decirlo; pero no creo que haya que suprimirlas, el estado no debe desvincularse de esta forma de promoción cultural. El problema era «cómo» se gestionaban esas subvenciones. Los incentivos fiscales estimularían a los posibles mecenas; no obstante, previamente se hace necesaria una concienciación social de apoyo a la cultura y las artes. El más deslumbrante patrimonio cultural español parece cosa creada sólo en el pasado. La nueva y necesaria Ley de Mecenazgo debiera ser observada con lupa, no queremos que los artistas se vean sometidos a las mismas denigrantes presiones que L. da Vinci. Tampoco deseamos carroñeros del beneficio fiscal del mecenazgo. El amor a las Artes ha de ser el único móvil del mecenas moderno y sí, que se le proteja fiscalmente, que se sirva de sus artistas para publicitarse, pero hay que tener cuidado. No creemos una aberración legal a propósito de un bien cultural… no otro más.
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