Francia
La culpa la tuvo un beso
David Foenkinos teje en «La delicadeza» una historia de amor que se vende por millones y que es un canto a la capacidad de rehacerse de quienes han sido heridos.
No hay mejor modo: todo empieza con un beso. No la novela, sino la auténtica vuelta de tuerca de la historia. Ni mucho menos puede evocarnos el memorable choque de trenes entre dos labios que nos transportó «de aquí a la eternidad» entre Burt Lancaster y Deborah Kerr. Este es un contacto robado, un ósculo rápido e inesperado, entre una bella de feminidad suiza «contra» una tierna bestia con reminiscencias de Shrek. Pero resulta definitivo, instintivo, sensitivo y medular, al tiempo que un reclamo de caricia hacia el espíritu.
No es «La delicadeza» un libro de atracciones fatales que nos transporta hacia los más profundos abismos del ser –e incluso la nada–, sino que es un canto a la capacidad de volver a amar a la reconstrucción personal sin remordimientos tras la pérdida del ser amado. Y todo ello, caminando con una prosa «funambulística» sobre el sutil hilo que separa la comedia del drama.
Antihéroe
Nathalie es una mujer que pierde en un accidente al hombre del que está perdidamente enamorada y llevaba una vida perfecta. Después de una negrísima e introspectiva etapa de duelo –en la que se refugia en la oficina y la ascesis–, no puede creerse que el amor llame de nuevo a su puerta de la mano de Markus, un compañero de trabajo, antihéroe alejado de todos los estereotipos del amor cortés, desgarbado y zolocho... Pero henchido de ternura. Un hombre que para la fría viuda supondrá el puente de regreso a la vida, porque –como queda evidenciado en la novela– la bondad es el más elevado nivel de inteligencia.
No sé si hay una literatura luminosa salpicada de pequeños milagros cotidianos, con marchamo netamente francés, como la de Anna Gavalda o Muriel Barbery, aderezada a un tiempo de finísimos toques de ironía del mejor Frédéric Beigbeder y de humor houllebequiano, pero, cada nueva entrega del país galo parece confirmarlo. Por eso no es de extrañar, que el propio autor, guionista a un tiempo, esté adaptando su propia obra para la gran pantalla donde, a la altura naíf de su prosa, sólo podría estar interpretada por la «eterna Amélie», Audrey Tautou, para quien parece escrito el libro y quien constantemente se nos cuela en el inconsciente a medida que pasamos las páginas.
A medio camino entre «La elegancia del erizo» o «La mecánica del corazón» y «13,99 euros», esta historia amable, de estructura sencilla, nos atrapa para trasladarnos hasta las calderas donde bombea la esencia del «élan» vital humano. Por eso resulta un oasis en el mismo centro del más árido desierto, un balneario para el espíritu en medio de tanto trastorno de ansiedad generalizada, una vivífica tormenta de verano con olor a tierra roja mojada. Un elogio a la lentitud, al más puro estilo de la filosofía «slow». Oxígeno anímico para tiempos tenebrosos.
Hablamos por tanto de: ternura naíf, enhebrada con descartes y anotaciones tan accesorias como espurias, aforismos y recetas como guiños tiernos y humorísticos que van dirigidos directamente al inconsciente lector, como si un narrador omnisciente nos hablase para contarnos la intrahistoria de los hechos.
Recurso estilístico nada desdeñable porque abre una zanja entre el hilo argumental principal, como un «impasse», rompiendo la linealidad de la narración, a modo de divagación: una reflexión sobre la pérdida, la receta de un guiso, la letra de una canción, los horarios de los trenes, el principio de un capítulo de la «Rayuela», de Cortázar, que lee la protagonista... Y de fondo, Albert Cohen y Milan Kundera soplándole al oído como realizar un círculo perfecto entre las serendipias y la triste vida real. En conclusión: delicadeza... en estado puro. Imperdonable abandonar este libro en el baúl de los textos perdidos.
El dato
De cine
Audrey Tautou es la protagonista de la adaptación cinematográfica de esta novela, que dirige David Foenkinos y Stéphane Foenkinos y que se estrenará en el año 2012
«La delicadeza»
David Foenkinos
Seix Barral
224 páginas. 18 euros.
Sobre el autor
Novelista, guionista y autor de «El potencial erótico de mi mujer», que cosechó un gran éxito. Recibió el premio Roger-Nimier
Ideal para...
leer con una media sonrisa, con la mejor de las evocaciones, como si degustásemos la magdalena de Proust
Un defecto
Tener prejuicios a la hora de navegar por el amor, ya que el título ayuda muy poco a abordarla
Una virtud
No sólo es un magnífico narrador de historias, sino que es un novelista de ideas
Puntuación: 8
Lecturas recomendadas
- «El amor dura tres años», de Frédéric Beigbeder
El particular viaje al desamor del autor, que, desencantado, escribió este libro creyendo que su experiencia es la de todos.
- «Juntos, nada más», de Anna Gavalda
Una de las grandes «best seller» de Francia y una de las damas que más se ha ocupado del amor en la actualidad.
- «La elegancia del erizo», de Muriel Barbery
Este libro conquistó el primer puesto de las listas de venta y se adaptó a la gran pantalla con éxito.
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