Crítica

Luances justo ganador por Gonzalo Alonso

Premio Reina SofíaObras de Hermes Luances, Alexander Muno, Giuliano Bracci y María Rodrigo. Coro y Orquesta Sinfónica de la RTVE. Violín: Ara Malikian. Dir. musical: J. L. Temes. Teatro Monumental. Madrid, 6-X-2011.

La Razón
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La composición sinfónica actual se encuentra en una difícil encrucijada. Los lenguajes de la un día denominada vanguardia se han agotado y los nuevos caminos resultan obtusos. Quizá de ello venga el acercamiento entre las músicas más «populares» y las consideradas como «cultas». ¿Será porque los autores de las primeras han evolucionado hacia formas más elaboradas o porque los de las segundas andan dando bandazos en su despiste? Dijo una vez Leonard Bernstein que contenía tanta música una canción de Lennon-Mcartney como un lied de Schubert, pero muchos otros se niegan a admitirlo.

La mejor orquestada
Algo de todo ello se pudo comprobar a través de las tres obras finalistas de la XXVIII edición del Premio Reina Sofía. Acertó el jurado presidido por Jose Luis Turina, ganador del certamen hace ya venticinco años. Se alzó con la victoria la partitura más equilibrada, quizá mejor orquestada y menos pretenciosa. «Agujeros negros» de Hermes Luances (Madrid, 1975), de unos dieciocho minutos de duración y con una copiosa plantilla, recoge las citadas influencias en sus ritmos «cañeros», pero también hace guiños a Stravinski y Varese. La percusión a veces crea instantes obsesivos, mientras que otras rompe los más tranquilos. «Non sei di quelli che si incanato al preaggi» de Giuliano Bracci (Roma, 1980) no acababa de tener entidad suficiente para el primer premio a pesar de su sensible y casi perfumado contenido. El concierto para violín y orquesta «Fehler. Fose ideal» de Alexander Muno (Saarburg, 1979) pecó de excesiva complejidad y ambición. El activísimo Ara Malikian fue excelso protagonista, como también la orquesta, comandada por José Luis Temes en un estupendo trabajo que roza el milagro dada las dificultades que rodean este tipo de conciertos. La presencia de la Reina da aliento al Premio establecido por la Fundación Ferrer Salat, que se ha convertido en una referencia.