«Lola»: Abuela coraje

Brillante Mendoza parece haber encontrado en una suerte de post neorrealismo el método ideal para acercarse a las clases desfavorecidas de la sociedad filipina. Su cine se pega a la materia, pone los pies en el suelo como lo hacían Rossellini y De Sica en la posguerra, aunque la agresividad de la cámara en mano y un diseño sonoro que devora a la imagen violentan el relato de tal modo que la impresión de realidad se transforma en náusea. No es un cineasta sutil, aunque en «Lola», mucho más accesible que «Serbis» o «Kinatay», muestre una sensibilidad hacia sus dos protagonistas –dos abuelas unidas por un crimen: la una llora el asesinato de su nieto, la otra llora la culpa del que lo ha cometido– que no hacían presagiar sus anteriores películas.

Aquí no se busca tanto una poética de la miseria sino una mirada comprensiva hacia la determinación que provoca: en el itinerario cruzado de estas dos abuelas, que buscan dinero o para enterrar a su nieto o para salvarlo de la cárcel, están el cansancio, la desesperación, la generosidad y el nervio de dos mujeres que pueden con el peso del mundo. Aunque estén en lados opuestos de la ley –una en el de la víctima, otra en el del verdugo– son las dos caras de una misma lucha y una misma resignación, que Mendoza contempla sin un ápice de sentimentalismo.