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«La robótica nos hará superhombres»

En su nueva obra, «La física del futuro», el físico teórico norteamericano de origen japonés desvela cómo va a cambiar nuestra vida en los próximos cien años. Contaremos con serviciales androides, disfrutaremos de energía sin límites, una longevidad increíble y control de las máquinas con la mente 

«La robótica nos hará superhombres»
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Podría decirse que Michio Kaku es una versión norteamericana de nuestro querido Eduardo Punset. Además de su prestigio como físico teórico, este hijo de japoneses de 64 años ha recorrido el mundo popularizando la ciencia en todas sus ramas. El escritor Julio Verne predijo en sus obras –con un siglo de anticipación– los viajes a la Luna o los submarinos. Su imaginación fue clarividente, pero la mayor parte de los que intentan vaticinar cómo será la vida en el futuro cometen errores de bulto. En «La física del futuro» (Debate), Kaku intenta esbozar cómo los avances científicos revolucionarán la vida cotidiana. Pero no elucubra: «he entrevistado a 300 de los científicos más influyentes del mundo, expongo las tecnologías que actualmente ya existen, al menos en prototipo, y obedeciendo las leyes de la física y la biología intento hacer predicciones fiables de cómo serán la medicina, la biotecnología, los viajes espaciales, los robots, los ordenadores o la economía, pero soy un físico, no un escritor de ciencia ficción», dice este ocupado comunicador, un hombre que sabe cómo atrapar toda la atención en un libro que invita a soñar con un futuro apasionante.


- Fue un científico precoz. ¿Es cierto que fabricó un acelerador de partículas en su garaje en su adolescencia?
- Sí, tenía 2.300.000 electrovoltios. Su campo magnético era 20.000 veces más fuerte que el de la Tierra y tenía 6.000 vatios de potencia. Cada vez que lo encendía se fundían los fusibles de mi casa. Mi pobre madre estaría preguntándose por qué no jugaba al baloncesto en lugar de construir esas máquinas. Pero no puedo quejarme, eso me dio entrada en la Universidad de Harvard.
-¿Por qué muchas personas de gran inteligencia han fallado estrepitósamente a la hora de describir cómo será el futuro?
-Muchas predicciones están hechas por escritores de ciencia ficción, no por científicos que actualmente están construyendo el futuro en sus laboratorios. Por desgracia, los medios de comunicación nunca preguntan a los investigadores en qué están trabajando y muchos científicos, también por desgracia, no saben hablar el lenguaje de la gente corriente.
-Muchas personas temen que el ser humano construya máquinas tan poderosas que se vuelvan contra nosotros, ¿comparte sus temores?
-Sí. La ciencia es como una espada de doble filo. Por una parte puede cortar con la pobreza, la enfermedad, la ignorancia y la susperstición. Pero, por otra parte, puede usarse contra otras personas. Lo importante es que el pueblo tenga un control democrático de esa arma. Y la clave para la democracia es haber sido educados en la elección. Por eso yo escribo tantos libros de ciencia, para educar a la gente sobre las profundas elecciones que se le plantearán en un futuro. Sé cuán poderosa es la ciencia.
Mi mentor en el instituto fue Edward Teller, el padre de la bomba de hidrógeno, incluso me ofreció un trabajo para diseñar esa bomba H para el Pentágono.
-¿Llevaremos en unos años lentillas o gafas con conexión a internet y recibiremos en ellas todo tipo de información?
-Ya existen prototipos de lentillas con internet. Parpadeas y activas la conexión. Los primeros que las comprarán serán los estudiantes para copiar en los exámenes; actores y políticos leerán directamente sus frases. Un turista, por ejemplo, puede caminar entre las ruinas de una antigua civilización y ver reconstruidos los principales monumentos. El Pentágono tiene una versión para soldados y, en general, cuando estés hablando con una persona, puedes ver su biografía, datos, incluso una traducción simultánea si es que habla otro idioma.
-¿Ya no habrá barreras idiomáticas, desaparecerán las lenguas habladas por menos población?
-El progreso implica que muy pocas lenguas dominarán internet, como el inglés o el chino mandarín; pero incluso las lenguas más minoritarias perdurarán para siempre, al menos en los archivos de la red.
-¿En qué medida mejorarán la salud las nuevas tecnologías?
- Cada persona tendrá acceso a un médico virtual en la pantalla de su salón. Una figura animada, que habla de forma fluida, será capaz de responder al 95 por ciento de las consultas sobre salud que se le puedan plantear. Eso reducirá bastante el gasto sanitario. El inodoro analizará sus heces gracias a un chip de ADN y podrá detectar indicios de un cáncer, como determinadas proteínas, incluso hasta diez años antes de que un tumor sea diagnosticado. La palabra «tumor» desaparecerá. Los grandes equipos de diagnóstico por imagen son costosos y voluminosos. Ya existen resonancias magnéticas del tamaño de una maleta y en el futuro serán como un teléfono móvil. Estas pruebas se harán en casa.
-Estamos en pañales en cuanto al entendimiento de nuestro propio cerebro, ¿cuándo seremos capaces de crear inteligencia artificial?
-Nuestro conocimiento en esta área es limitado, pero hacemos progresos. El ordenador de IBM Blue Gen empieza a poder simular partes del cerebro de un ratón. Pero para simular un cerebro humano necesitaríamos un ordenador del tamaño de una ciudad pequeña, que consumiría 1.000 megavatios (la producción de una central nuclear) y necesitaría del cauce de un río cercano para refrigerarse. Nuestros robots actuales tienen la inteligencia de un insecto, de un insecto estúpido.
-Reflexiona en su libro sobre si no es un paso más en la evolución, en un sentido darwinista, que una especie más fuerte, en este caso las máquinas, reemplacen a los humanos como raza dominante...
-En las próximas décadas, los robots alcanzarán la inteligencia de un ratón, después de un conejo, un perro o un gato; pero sólo quizá al final de este siglo tendrán la inteligencia de un mono y entonces podrían empezar a ser peligrosos. En ese punto, se les podría instalar un chip que los inactivase si empiezan a tener pensamientos asesinos. Pero no creo que nos encierren en un zoo de humanos y nos lancen cacahuetes. Pero en el siglo XXII, cuando de verdad sean inteligentes, los robots nos servirán para perfeccionarnos como especie, ser superhombres con nuevas habilidades.
-¿Cómo mejorar la raza humana?, ¿genética o integrar piezas robóticas en nuestro cuerpo?
- La ingeniería genética y la computación revolucionarán la medicina, todos tendremos nuestro ADN en un CD por 100 dólares, es como nuestro manual de instrucciones. Será posible frenar mucho el envejecimiento, elegir los rasgos de los hijos, cultivar órganos de reemplazo...
-Cambiando de tema, ¿y los transportes? ¿Cuál será la gasolina del futuro? ¿Diremos adiós a las ruedas y a los atascos?
-Yo ya he conducido un coche que no necesita ser dirigido por un humano y es más seguro. Va equipado con un GPS yuna especie de radar. Respecto al combustible, mi apuesta es el hidrógeno, aunque tardará unas décadas. Ya hay coches voladores, pero son ineficientes y costosos. Todo cambiará gracias al magnetismo, y entonces los coches y trenes levitarán. Hoy es caro porque hay que enfriar los imanes hasta cerca del cero absoluto. Cuando puedan estar a temperatura ambiente estaremos ante una segunda revolución industrial basada en el magnetismo en lugar de la electricidad.
-¿Aumentará la tecnología la brecha entre ricos y pobres?
-Eso sucederá a los países que no hagan una transición del capitalismo primario (por ejemplo agricultura) a un capitalismo intelectual (cine, arte, software, ciencia, etc). Es lo que está haciendo China. Los países estancados en la agricultura no serán prósperos.