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Harry el embajador gamberro

Harry el embajador gamberro
Harry el embajador gamberrolarazon

Gamberro, protagonista en los tabloides, mujeriego y con un lado salvaje que ha causado más de un quebradero de cabeza a su abuela, la reina de Inglaterra. El príncipe Enrique nunca se ha sentido cómodo encorsetado en el protocolo de palacio, así que cuando Buckingham anunció que él representaría a la monarca inglesa en un tour por el Caribe para conmemorar sus 60 años en el trono, muchos de los asesores se llevaron las manos a la cabeza. Pero su toque rebelde, al fin, ha servido de algo. El viaje ha sido un auténtico éxito, tanto para los Windsor como para Reino Unido, y el joven se ha ganado el respeto de la Prensa anglosajona, que, por primera vez, le ha visto como un excelente embajador para su país.

El tour le ha llevado por Belice, las Bahamas, Jamaica –donde Isabel II es jefa de Estado– y Brasil, para estrechar relaciones las comerciales y mantener importantes reuniones de cara a los Juegos Olímpicos tanto de Londres como de Río de Janeiro. En definitiva, tres semanas agotadoras en las que el tercero en la línea de sucesión se ha mostrado divertido, irresistible para el público femenino y un auténtico imán para los reporteros y los expertos en monarquía, que han visto en él muchas de las cualidades de su madre, la desaparecida Lady Di.

A diferencia de su hermano mayor, Guillermo –que siempre ha anhelado la estabilidad que parece haber encontrado junto a su mujer, Catalina de Cambridge, y su familia política–, el príncipe Enrique siempre fue visto como la oveja negra de la familia. Las fotografías que le retrataban con los ojos rojos a altas horas de la madrugada a la salida de los pubs de moda, sus disfraces poco apropiados para las fiestas con amigos y su intermitente relación con Chelsea, otra amante de las discotecas, nunca ayudaron para sus compromisos reales.

Botines azules
Sin embargo, su primera gira internacional, y la primera ocasión en la que iba como representante de Isabel II, ha servido para conocer la otra cara del príncipe rebelde. Nunca un Windsor había sido tan accesible: ha bailado con los jóvenes, ha visitado a los niños enfermos, ha conocido de cerca varios proyectos humanitarios, ha charlado con la viuda de Bob Marley, ha vencido a Usain Bolt, el hombre más rápido del mundo, e incluso ha sido capaz de poner de moda unos botines de gamuza azul con los que todo Reino Unido está revolucionado.

Su carisma ha cautivado a la mismísima Portia Simpson-Miller, primera ministra de Jamaica, y una reconocida republicana que no dudó en abrazarle como a un hijo en todas las fotos oficiales. Era el tipo de golpe diplomático que Diana podía haber llevado a cabo, pero que nunca le dejaron hacer.

Precisamente, uno de los momentos más emotivos fue cuando el heredero visitó el Hospital Bustamante en Kingston, Jamaica, una cita que su madre tenía en su agenda para 1997, el año en que murió. El príncipe se reunió allí con el cantante Shaggy, promotor del centro, y se agachó para poder hablar con los niños en sus pequeñas camas. Cuando entró a la unidad de los recién nacidos y vio que todos estaban durmiendo bromeó diciendo: «¿Quién se supone que me va a recibir aquí?».

Con la viuda de Bob Marley, Rita, también se emocionó bastante. Ella quiso regalarle un pañuelo que el músico había utilizado durante siete años en sus giras y le dijo que había nacido en «One Love», rememorando la mítica canción.

«La visita es una bendición. Es un chico muy humano que nació del amor. Es un don de Dios, él reparte amor. Le he dado una carta en la que le he dicho que todos volveremos a reunirnos algún día con su hermosa madre», dijo Rita. Uno de los asesores del joven comentó que está «profundamente conmovido» por el regalo.
Durante el viaje, Enrique también coincidió con el cantante de «Take That», Gary Barlow, autor de la canción que se interpretará en el concierto para celebrar el Jubileo de su abuela. El músico le amenazó con que tenía que cantar alguna de las estrofas.

Él se limitó a reír.
Si en junio finalmente lo vemos subido a un escenario, todo será distinto. Ya no será una gamberrada del niño malo de palacio, sino una prueba más de un carácter que cautiva. Su abuela, al fin, sonreirá orgullosa.

 

Sin renunciar a sus aficiones
- Que al hijo de Lady Di le gusta la fiesta es bien conocido, así que para no perder la tradición, se atrevió a bailar al son de ritmos jamaicanos
- Harry tuvo que hacer uso del chaleco salvavidas cuando embarcó en la la lancha que le trasladó hasta Isla Harbour, incluida en su ruta
- El príncipe también tuvo un momento para charlar con Miss Bahamas y Miss Mundo