Desahucio

Primero «okuparon» Sol ahora el Hotel Madrid

Un centenar de «indignados» entran ilegalmente en un edificio de la calle Carretas al finalizar la marcha del 15-O un centenar de personas entró en el hotel Madrid

Decenas de personas participaron en una asamblea en el Hotel Madrid para decidir su uso
Decenas de personas participaron en una asamblea en el Hotel Madrid para decidir su usolarazon

MADRID- La manifestación ya había terminado. La Puerta del Sol estaba prácticamente despejada y sólo quedaban algunos «indignados» haciendo «pasacalles» por la plaza. Fue cuando cayeron en la cuenta de que el Hotel Madrid, en la calle Carretas, estaba deshabitado desde hacía tiempo. Sin dudarlo, se dirigieron hasta allí y entraron en el edificio. «Fue algo improvisado», aclararon ayer en una asamblea celebrada en la puerta del hotel, organizada para explicar lo que había sucedido la noche anterior. En un principio pensaron que podría ser utilizado como hogar por las familias que han sido víctimas de desahucios, pero finalmente se echaron para atrás y la utilidad del edificio todavía no se ha definido. Lo que más les preocupaba era la «cuestión legal» de la ocupación, aunque en su página web exponen las razones por las que consideran que esta actuación es legítima. Al parecer, este hotel pertenece a la inmobiliaria Monteverde, «empresa conocida por su actividad especuladora a gran escala que incluye la apropiación de inmuebles para su reconversión en pisos de lujo», afirman para justificar su acción. Actualmente, la inmobiliaria se encuentra en concurso de acreedores, pero los «indignados» consideran que «la empresa de Carlos Monteverde forma parte de la mentalidad económica que nos ha llevado a la insostenible situación que padecemos actualmente. Por tanto, la liberación de los espacios usurpados por su actividad resulta completamente legítima».
Varios «indignados» allí presentes tomaron la palabra y, tras aclarar que tenían «bastante experiencia» en movimientos «okupas», afirmaron que las horas más críticas son las primeras 72, aunque eso no significa que si la Policía no los ha desalojado en ese tiempo no los pueda echar en cualquier momento. Lo cierto es que en la calle había presencia policial, pero no hacían nada. Ni siquiera advirtieron a los «indignados» de que estaban dificultando el tráfico y el tránsito de personas por culpa de la asamblea. Por si acaso los agentes cambiaban de actitud, las decenas de personas que estaban dentro del hotel se asomaban por la ventana con la cara tapada y lanzaban una cuerda a la que sus compañeros de la calle ataban bolsas y mochilas con comida y agua para que no tuvieran que abandonar el edificio. Los que se atrevían a salir del hotel eran aplaudidos y vitoreados como si fueran héroes. Mientras, en la asamblea se intentaba decidir los usos que se podrían dar al edificio, pero no llegaron a ningún consenso. Una de las propuestas más aplaudidas fue la de que «todo el mundo podrá gestionar este espacio porque no pertenece a nadie». Al ver que los asistentes a la asamblea empezaban a aumentar, decidieron trasladarse a la plaza Jacinto Benavente, donde continuaron discutiendo y donde finalmente optaron por abrir las puertas del hotel para que la gente lo viera. Los «indignados» salían de allí emocionados pensando que ése sería su nuevo lugar de encuentro. «Tiene unas terrazas increíbles, sólo le falta una mano de pintura y limpiarlo un poco», decía una de las visitantes. Éstas y otro tipo de necesidades las han expuesto los nuevos «huéspedes» del edificio en la fachada y en su página web, tal y como hicieron cuando instalaron el campamento en la Puerta del Sol. Algunas de sus peticiones son pan (con y sin gluten), agua, café, fiambre, líquido para lentillas, conexión a internet, cartulinas, rotuladores, celo, papel higiénico y artículos de limpieza. En la fachada también había un apartado especial de «donación de tabaco» para entregar a los «okupas». Al final de la tarde colgaron un cartel en el que se leía «Casa del pueblo» y acordaron reunirse de nuevo hoy por la tarde para concretar el funcionamiento de este «espacio liberado», como ellos lo llaman.

Normalidad en Sol
Al mismo tiempo que en la calle Carretas se realizaba la asamblea, en el Kilómetro Cero se respiraba un ambiente de total normalidad: cientos de turistas haciéndose fotos que no eran conscientes de lo que estaba pasando a tan sólo unos metros de ellos. Nada podía hacer pensar que el día anterior miles de personas habían pasado por allí. Los únicos resquicios del 15-M que había en la Puerta del Sol eran un puesto de recogida de firmas –contra la situación siria, los desahucios y los centros de menores–, y las pancartas que los «indignados» colgaron tras la manifestación en el futuro edificio de Apple. El problema ahora lo tienen en la calle Carretas, donde temen que la presencia de los «indignados» pueda acarrear altercados con la Policía.