España
Qué pasa con Cajasur
A muchos habrá sorprendido la cantidad y el contenido de las noticias que en los últimos días se han producido en torno a Cajasur. Para otros, este asunto no supondrá una sorpresa, a lo sumo una nueva fase en la estrategia de destrucción que el PSOE y su aparato mediático emprendieron hace mucho tiempo para aniquilar a esta caja de ahorros fundada y gestionada desde hace más de 150 años por el Cabildo de la Catedral de Córdoba. La estrategia a la que me refiero comenzó y se mantuvo de forma intermitentemente a lo largo de los casi treinta años de presidencia de Miguel Castillejo. El «cura», como calificaban despectivamente los socialistas y sus correas de transmisión mediáticas a este sacerdote, realizó una gestión que, admito, pudo ser controvertida, pero que también supuso la transformación de un humilde Monte de Piedad en una de las principales entidades de crédito de Andalucía y España.A lo largo de esas tres décadas Cajasur ha sido un elemento distorsionador en un mapa financiero andaluz profundamente politizado y vinculado al partido que sustenta el Gobierno andaluz. Sin ese dato nada puede entenderse de la actual situación de la caja cordobesa. Sin embargo, afirmar que el afán socialista de control sobre Cajasur es la única causa de sus males y de su situación actual es tan inexacto, tan falso, tan tendencioso como afirmar que sólo son responsables los «curas».Tras la firma del famoso «pacto de Santa Lucía» entre el ahora presidente de la Junta, José A. Griñán, y el entonces obispo de Córdoba, D. Juan José Asenjo, en diciembre de 2003, se puso en marcha el plan socialista de «normalización» de Cajasur. Lo primero, echar a Castillejo. Dicho y hecho. Después, ir debilitando poco a poco a la entidad provocando su ingobernabilidad, politizando como nunca su consejo de administración; llevarla a una situación límite y «ofrecerla» a una entidad amiga. Cinco años han tardado en cumplir el objetivo. Esta pelea soterrada, más o menos silenciosa, saltó a la luz en abril de 2009, ya sólo una fusión podía solventar el desequilibrio que estaba sufriendo Cajasur. Ahí entra en juego la «entidad amiga». El socialismo en pleno, encabezados por Chaves y Griñán, dejaron claro que no había otra opción que la fusión entre la caja cordobesa y la malagueña Unicaja. Desde entonces hasta hoy ha transcurrido más de un año. Trece meses de tiras y aflojas, de digos y Diegos, de ofertas e incumplimientos. No será porque no se avisó, con razón o sin ella, de que la operación podía naufragar. Que la falta de entendimiento, de lealtad y confianza entre las partes exigía una presencia activa y responsable del Gobierno andaluz. Todo eso se ignoró, nadie pensó que «el rodillo» podía fracasar, pero ocurrió: el Consejo rechazó la fusión. Hoy estamos en una nueva fase: «Si no salió a la primera que no se escape ahora». Muchos pedidos de sensatez y sentido de Estado. Pedimos responsabilidad y solidaridad, con Andalucía, sí; pero también con Córdoba. Aún estamos a tiempo.
* José Antonio Nieto es parlamentario y portavoz del PP en el Ayuntamiento de Córdoba
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