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Lo inútil de sufrir

La Razón
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La pregunta es: ¿estamos enseñando a nuestros jóvenes lo que verdaderamente importa para no sufrir inútilmente o les estamos llenando de saberes innecesarios? No se entiende que continuemos obligando a nuestros adolescentes a estudiar cosas que luego apenas utilizarán, en lugar de mostrarles con claridad los errores a evitar y a ser consciente de sus límites. A conocer sus posibilidades y debilidades. A entender mejor que la felicidad está en sus manos. A coger distancia. A convertir cada día en un nuevo aprendizaje. A utilizar el sentido común para aceptar que no pueden arreglarlo ni controlarlo todo. A veces uno tiene la sensación de que hacen mucha falta cosas de estas en nuestro sistema educativo y que sobran elementos que a lo único que contribuyen es a agotar física y mentalmente. ¿Por qué no insistir más en reglas básicas como mirar con afecto a los que nos rodean, pues la mayoría se lo merecen, o a reírse de las propias limitaciones? Mejor nos iría si lo hiciéramos. ¿De qué sirve memorizar datos y más datos que antes o después irán a parar adonde habita el olvido y todo lo perdido? Lo que verdaderamente importa es mostrar las claves para aprender a vivir de manera positiva. Un aprendizaje que ayude a sentirse bien. A no vivir las contrariedades y los imprevistos como tragedias. Una educación capaz de ayudar a nuestros jóvenes a expresar todo lo que piensan y a no contagiarse del pesimismo reinante.