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Jugar sin jugársela

Los décimos de la Lotería de Navidad son los más repartidos y participados de todo el año, pero esa popularidad y ese arraigo no están exentos de riesgos que degeneran muchas veces en conflictos. Es ilusionante por lo tanto jugar, pero no jugársela.

Todos los expertos consultados por EFE coinciden en varias cosas: que muchos de los ciudadanos que juegan a la Lotería de Navidad no lo hacen el resto del año -ni a ésta ni a otras modalidades de juego-, que lo hacen por tradición y que comparten sus números con compañeros, con amigos, vecinos o familiares, aunque en la mayoría de las ocasiones ese reparto se hace de una forma verbal.

La lotería extraordinaria de Navidad es además utilizada por cientos de organizaciones sociales, sindicales, estudiantes, entidades benéficas o peñas para revender papeletas que incluyen un donativo.

Esta fórmula se ha popularizado durante las últimas décadas para recaudar dinero para financiar actividades como viajes de fin de curso o contribuir al mantenimiento de entidades benéficas.

Se trata, según ha explicado a EFE el presidente de la Asociación Nacional de Asociaciones Provinciales de Administraciones de Loterías (ANAPAL), Manuel Izquierdo, de una práctica muy extendida y consentida, aunque "alegal", ya que la legislación vigente en España obligaría a cualquier entidad que quiera revender lotería con un donativo a disponer de una licencia específica para ello.

Izquierdo reconoce que los trámites son "tan farragosos"que esas licencias sólo las solicitan las grandes organizaciones, pero advierte también de que la reventa de esas papeletas se circunscribe a ámbitos privados -en el entorno familiar, vecinal o laboral-.

El responsable de esta organización de loteros asegura que es absolutamente imposible conocer el porcentaje de lotería de Navidad que se distribuye a través de esas participaciones, ya que nadie está obligado a comunicar qué piensa hacer con los números que compra.

Para Manuel Izquierdo, el sorteo del día 22 se ha consolidado como la fecha que da el pistoletazo de salida del periodo navideño, y tiene una "magia"de la que carecen el resto de sorteos. "Es el sorteo rey; miles de ciudadanos sólo compran para Navidad y para El Niño", ha señalado.

A su juicio, el de Navidad es además el sorteo más social, precisamente por el "troceo"al que se someten los números, a que muchas de las papeletas que se compran suponen un desembolso pequeño, y al hecho de que aquellas que pertenecen a entidades benéficas y cargan un donativo se dan por bien empleadas aunque no resulten premiadas.

Nada objetan a este tipo de papeletas las organizaciones de consumidores, pero algunas de ellas sí han advertido la necesidad de que el reparto de participaciones entre particulares sea claro y que todos los que juegan un mismo número dispongan de una "prueba"de ello.

El portavoz de la organización FACUA-Consumidores en Acción, Rubén Sánchez, ha precisado que bastaría para ello con el "contrato"privado que supone un papel en el que figure el número con que se juega firmado por todos los que participan, aunque sólo uno de ellos sea el depositario del décimo.

"El apretón de manos no es suficiente", ha advertido a EFE Rubén Sánchez, quien ha observado que miles de personas se intercambian participaciones incluso telefónicamente aunque entre ellos no exista un nivel de confianza elevado.

A su juicio, ese compromiso verbal sólo es válido y viable cuando existe un nivel de confianza muy alto, pero advierte de los conflictos que se derivan año tras año como consecuencia de aquellos compromisos que no han quedado suficientemente atados.

Pero el representante de esta organización de consumidores considera "normal, lógico y positivo"el alto grado de socialización que llega a alcanzar este sorteo, y la confianza plena que los ciudadanos tienen en él precisamente porque está avalado por el Estado a través de un organismo como Loterías y Apuestas del Estado.

"Es un sorteo amigable", según Rubén Sánchez, un argumento que comparte Manuel Izquierdo, para quien el sorteo extraordinario de Navidad es "un valor refugio"en el que miles de personas depositan su ilusión y su deseo de que algo cambie.