Suiza
«Caso Bettencourt»: de culebrón familiar a asunto de Estado
PARÍS- Es un culebrón con todos sus ingredientes. Lo que empezó siendo un contencioso familiar entre Liliane Bettencourt, la dueña de los cosméticos L'Oréal, y su hija, por el control de la fortuna de la mujer más rica de Francia, ha acabado siendo un «affaire» político-judicial-financiero que salpicó en su momento a la cúpula del Estado y ahora reclama cuentas al ex presidente Sarkozy por financiación ilegal. Entre tanto, las relaciones entre madre e hija parecen haberse calmado. Françoise Bettencourt-Meyers ha conseguido su propósito. Que un tribunal declare incapaz a su madre, aquejada de una enfermedad neurodegenerativa, y la ponga bajo tutela de uno de sus nietos, privándola así de administrar sus más de 15.000 millones de euros. La única hija de la multimillonaria acudió a la Justicia para denunciar el abuso psicológico del que su madre era objeto, debido a su estado senil, en particular, de un conocido fotógrafo-artista, François-Marie Banier, que sonsacó a la anciana bienes, regalos, sumas en efectivo, obras de arte y seguros de vida por valor de mil millones de euros. Tanto él como su compañero sentimental fueron imputados en diciembre. Igualmente, han sido inculpados el que fuera gerente de su fortuna, Patrice de Maistre, y su abogado Pascal Wilhelm, en libertad bajo control tras varios meses de prisión. El caso tomó tintes políticos en 2010 con la filtración de unas conversaciones privadas grabadas por el mayordomo de Bettencourt, supuestamente por encargo de su hija. Se destapó un tentacular escándalo cuyas múltiples ramificaciones están instruidas en varios sumarios. Con su salida del Gobierno en noviembre de 2010 y una imputación judicial, el ministro de Sarkozy, Eric Woerth, tesorero del partido y de la campaña de 2007, ha sido el primero en pagar. Es además sospechoso de haber favorecido a Bettencourt, acusada de fraude por no declarar varias cuentas en Suiza y una isla en Las Seychelles.
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