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La Razón
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Ayer dio comienzo el juicio por la desaparición y presunto asesinato de Marta del Castillo, hechos que siguen conmocionado a la opinión publica. Siempre se dice que en un juicio se busca hacer justicia, si bien cada uno espera algo diferente. Lo primero que hay que sentir es un gran respeto y solidaridad por sus desgraciados padres, los cuales tienen todo el derecho a criticar leyes, juicios y todo aquello que estimen oportuno. Pero los demás debemos acercarnos al caso de forma desapasionada, reflexionando sobre los déficits de nuestra legislación. Siempre que hay un menor de por medio en un asunto como éste, surgen críticas a la Ley del Menor, la cual, con carácter general, ha tenido una aplicación positiva. Tenemos que plantearnos reformas, y en concreto resulta urgente no dividir el enjuiciamiento cuando concurran menores y mayores, esto no merma garantía alguna del menor, y por el contrario, refuerza una mayor búsqueda de la verdad, que es lo que debe presidir la acción de la Justicia. Casos como éste también nos debieran hacer reflexionar sobre la reforma de nuestro proceso penal, y cómo no podemos cuestionar de forma alegre instituciones de nuestro Derecho como la acción particular o la acción popular por un lado, y la incomunicación del detenido por otro. Algunos confunden este último instrumento con una anormalidad democrática surgida en la actuación penal contra ETA. La limitación de derechos, siempre que sea proporcional a la gravedad del delito, es constitucional. Ahora, debemos esperar varios resultados: que se haga la mejor justicia posible, tomar nota de lo que funciona mal e intentar mejorarlo y no caer en actitudes demagógicas.