Austria
Mercado laboral moderno
El puente lleva tiempo cayéndosenos a pedazos y en su continua destrucción provoca tragedias que la EPA nos cuantifica cada trimestre. Cuando se caen trozos al vacío, éstos arrastran a viandantes sin hacer distinciones. El puente de piedra que tan buenos servicios nos ha brindado está a punto de desplomarse definitivamente. Ante esta terrible circunstancia sólo caben dos reacciones, la cortoplacista y la que supone una sólida solución de futuro para todos.
La primera pasa por apuntalar andamios de forma desesperada que temporalmente lo mantendrá medio en pie. La segunda consiste en construir un puente nuevo, moderno, más sólido, más amplio, con mejores materiales y por donde podamos pasar todos sin recelos. Pues bien, así veo yo nuestro sistema de relaciones laborales. La pasada no-reforma laboral y la previsible no-reforma de la negociación colectiva de ayer son parches coyunturales cuya utilidad es cada vez más limitada.
Tenemos ya cinco millones de desempleados y hemos perdido más de medio millón de empresas. Asimismo, de nada sirve que la autoridad intervenga para establecer una zona de paso sólo para un grupo. Resulta miope entender aún las relaciones laborales desde el conflicto entre empresarios y trabajadores. Al mismo tiempo, reducirlo a una simple visión política de derechas o izquierdas es una hemiplejía intelectual, como dijo Ortega y Gasset. Sólo cabe verlo en términos de libertad y de progreso para todos, favorecido por la competitividad, dentro de un amplio marco de garantías donde el Estado no moleste a los protagonistas, que son los empleadores y los empleados. Así lo han entendido otros países que ya crecen tres veces más que nosotros (Austria, Holanda o Francia) e incluso cinco veces más (Alemania). Y eso es lo relevante, porque sólo podremos repartir si antes hemos generado riqueza. Ojalá no necesitemos arquitectos de otras latitudes para el nuevo diseño que aquí muchos tenemos muy claro.
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