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Özil sin ansiedad

La Razón
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No era sólo melancolía lo que padecía Cristiano Ronaldo. No era la música del fado y la voz de la incomparable Amalia Rodríguez lo que le sonaba en el cerebro. Era algo más. Su problema era el «síndrome Machín»: «Ansiedad, angustia y desesperación». Anoche marcó de penalti, pero marcó. Sacó una falta, la barrera españolista tocó el balón con la mano y el castigo acabó en gol después de la repetición. Cristiano continuó, como dice Sara Carbonero, acertadamente, «egoísta e individualista».
Lo contrario es Özil. Además de que piensa con rapidez, intuye la jugada y sabe donde mandar el balón para que lo reciba un compañero, es el modelo palmario del juego solidario. En el equipo, en el que priva el individualismo, sobresale la labor del germano. El público sabe distinguir con rapidez hacia quienes puede dedicar sus mayores aprecios y ya tiene claro quien puede ser el gran ídolo. Y no sólo en la presente temporada, sino también en las venideras. Es jugador que puede hacer época. Ello, sin sacar pecho, sin ir de estrella.
El Madrid sigue sin encontrar su juego. Continúa falto de cohesión, aunque gane. Le cuesta encadenar las jugadas. Ronaldo es posible que ya se haya desprendido de los fantasmas de su cerebro. Habrá que ver si también los echa Mourinho tras el tropiezo con el club que, con sentido común, le ha impedido ser seleccionador portugués. Florentino Pérez acertó al negarle tal capricho. En el Madrid tiene mucho trabajo que hacer.