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Los grandes por José María Marco

La Razón
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Los Premios Alfonso Ussía han vuelto a distinguir este año a cuatro españoles, cuatro compatriotas, por su ejemplar carrera profesional, por su esfuerzo, por su afán de superar los obstáculos y ayudar a los demás, por su disposición a alcanzar la excelencia en el campo profesional o en el de los estudios. Año tras año, los «Ussía» se van consolidando y ya identifican a la familia de LA RAZÓN, todos los que hacemos este gran periódico, con un ideal de mejoramiento moral y de servicio público. Este año la presencia de la Infanta Doña Elena subrayaba la dimensión española, nacional que estos premios han querido tener desde el primer momento.

Relacionar el esfuerzo y la búsqueda de la excelencia con la nación no es una cuestión retórica. La dimensión nacional, o patriótica, si se prefiere, otorga a la virtud de la excelencia un valor nuevo. Es la sanción que nos permite comprender que el trabajo del galardonado nos ha hecho más grandes y más dignos a todos. Cuando se hace explícita esa dimensión, el esfuerzo individual pasa a formar parte de un patrimonio común: el de aquello que los mejores de nosotros nos han dado a todos con lo mejor de ellos mismos.

Es importante comprender que el individuo, o quien sea el protagonista del galardón –este año estaba también el pueblo de Lorca–, no se ve menoscabado por la dimensión común. Al contrario, esta dimensión realza su personalidad propia: del mismo modo, la patria o la nación no menoscaban la libertad ni la personalidad de cada uno, sino que las necesitan para alcanzar su propia realización. También es relevante entender que la élite a la que pertenecen estos héroes, o estos grandes profesionales, artistas, deportistas o estudiantes, no es un grupo cerrado. No levantan barreras contra los demás, ni se complacen en códigos de comunicación que sólo ellos entienden, ni destruyen lo que les rodea para levantarse un pedestal hecho de ruinas. Al revés, la élite lo es porque todos comprendemos su esfuerzo y el significado de éste, y porque todos podemos aprender de ellos. Además, nos incitan naturalmente a intentar seguir su ejemplo.

Los Premios Alfonso Ussía se han convertido así, en poco tiempo, en algo más que una simple celebración, particularmente amable por otro lado. Son también una declaración de orden general y, para los que trabajamos en LA RAZÓN, casi un programa que nos identifica con una propuesta periodística. Se trata de no renunciar ni a la excelencia en la calidad informativa y el rigor expresivo, ni a la capacidad de dirigirnos a un público lo más amplio posible: hablar y escribir para todos, no para unos cuantos, y para ello no ponernos límites en la calidad que podamos alcanzar en nuestro trabajo. Es un buen programa en cualquier circunstancia y el mejor imaginable para un tiempo de cambio tan profundo como el que estamos viviendo.