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«Me decían que mi niño era subnormal»
¿Cuántos años lleva funcionando la Asociación de Padres de Niños Autistas?
-Desde 1976. Éramos un pequeño grupo de padres, mi marido y yo. Los tres primeros años la Asociación estaba en mi propia casa, desde entonces hemos fundado 26 regionales, 15 en Hispanoamérica, la Federación Iberoamericana del Autismo, la Asociación Internacional de Autismo de Europa, y después la Organización Mundial del Autismo. Ya hemos recorrido bastante camino en esos 35 años.
-Su hijo David, que tiene 43 años, es autista. ¿Entonces era difícil reconocer esta enfermedad?
-Era imposible porque no se sabía lo que era el autismo. Aún conservo una carpeta llena de diagnósticos y ninguno coincide; me decían que el niño era subnormal profundo, sordo, psicótico, incluso me lo diagnosticaron como loco y me aconsejaron que lo metiera en un manicomio. -¿Quién lo diagnosticó?
-Un médico maravilloso, Ángel Díez. Él me explicó por encima lo que era la enfermedad y me dijo que en España sería muy difícil tratarlo. Así que me fui a Norteamérica, que era el único país donde había una asociación, y me empeñé en organizar a los que teníamos algún hijo con ese problema. Recuerdo que en 1978 inauguramos el primer simposio sobre el autismo en España y, a partir de ahí, conseguimos el primer centro específico de autismo que se fundó en nuestro país y que hoy es uno de los mejores de Europa.
-¿Cómo se dio cuenta de que su hijo era autista?
-Ellos físicamente no tienen nada que les identifique, son totalmente normales, luego te das cuenta de que no fijan la mirada, rechazan el contacto físico, no juegan, el mío empezó a hablar con nueve años.
-¿Qué porcentaje de niños nacen autistas?
-Uno de cada ciento cincuenta.
-Usted tiene un proyecto: crear la ciudad del autismo. ¿Cómo será?
-Me gustaría que fuera el lugar donde ellos vivieran abiertamente. El pre-proyecto que hemos diseñado ya está en el colegio de arquitectos, cuenta con un centro educativo con múltiples actividades y unos miniapartamentos unipersonales para cuando sean mayores y sus familias no puedan tenerlos. Es un proyecto único en el mundo que significaría la tranquilidad de muchas familias que nos preguntamos qué van a hacer el día que nosotros no estemos.
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