Bolivia
Castiga a su hijo en una jaula por usar el móvil y escuchar música
Era el castigo por escuchar música, hablar por el teléfono móvil y pretender trabajar lejos de casa para unos empresarios brasileños. Por eso, un padre encerró a su hijo en una jaula como castigo, donde permaneció encerrado hasta que, tres meses después, fue liberado por la Policía.
El "niño", por cierto, tiene 22 años. Se llama Johan Knelsen Friessen, vive en Santa Cruz (Bolivia) y su familia pertenece a una colonia menonita, que establece de una forma estricta todas estas prohibiciones en su estilo de vida.
Además, Johan ya fue encerrado en una jaula similar en una ocasión anterior, hace ahora justo un año, también por motivos similares.
Según explica el diario Opinión de Bolivia, el joven estaba tan atemorizado por su padre y el castigo que le había impuesto que tuvo que ser ayudado a salir de la jaula (de 1,80 por 1,50 metros) pese a que la Policía le había abierto la puerta.
Mientras salía de su cautiverio, su madre no hacía más que dar alaridos y su padre agredió a los agentes para evitar que sacaran a su hijo.
Al parecer, el joven había sido descubierto hablando por el móvil y escuchando música, actividades prohibidas para esta colonia radical, y había manifestado su intención de salir de la comuna para ponerse a trabajar.
Según explicó a sus rescatadores, durante su cautiverio había tenido que hacer sus necesidades en cajas y botellas dentro de la jaula. Su padre tenía la intención de mantenerle allí encerrado durante un año, como castigo ejemplar.
Tras ser rescatado, y ya vistiendo ropa deportiva, tan distinta a la que le obligaban a llevar, Knelsen manifestó en un precario castellano que quería casarse y ser libre: "Nunca más hablar como menona, yo querer hablar sólo castellano, trabajar con bolivianos y casarme con una boliviana", dijo.
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