Dimite un ministro de Berlusconi a los 17 días de su nombramiento

A Aldo Brancher se le podría apodar «el Breve». Sólo ha durado dos semanas como ministro sin cartera para la Ejecución del Federalismo en Italia, un invento para formar parte del Ejecutivo tan vacío de contenido como su propio nombre indica. A Brancher, amigo del primer ministro, Silvio Berlusconi, y de su aliado de la Liga Norte, Umberto Bossi, le hicieron ministro para que se beneficiase del blindaje que los miembros del Gobierno disfrutan frente a la Justicia y evitase así el proceso por soborno que debía afrontar. Su nombramiento causó sorpresa entre la clase política italiana, que no acabó de entender los motivos del ascenso hasta que, pocos días después, llegó la notificación de los juzgados instando a Brancher a que explicase por qué había recibido un millón de euros de un banco de forma fraudulenta. El escándalo provocó que la oposición clamase contra él y que incluso una parte del partido de Gobierno –los afines al presidente de la Cámara de los Diputados, Gianfranco Fini– exigiese su cese. Impulsado un poco por la vergüenza torera y un mucho por el miedo a que su caso provocase una ruptura definitiva en el centro derecha, Brancher anunció ayer que presentaba su dimisión como ministro y que, por tanto, se ponía de inmediato a merced de la Justicia. Berlusconi, que infravaloró las consecuencias que el nombramiento tendría, debió suspirar aliviado cuando se enteró de la noticia y en un comunicado aseguró que «compartía» la decisión de su amigo Aldo Brancher. Dijo además «Il Cavaliere» que su salida del Ejecutivo demostraba su «voluntad» por «actuar por el bien del país y no según sus intereses personales».