Nueva York
José Luis Cienfuegos: «Hay una vida cultural muy rica pero los sevillanos la valoran poco»
Arranca el Festival de Cine Europeo, la primera edición con el asturiano al cargo
Sevilla- José Luis Cienfuegos (Avilés, 1964) pasa por una mixtura entre «gafapasta» sobre nariz de proa y Dennis Hopper o Peter Fonda en «Easy Rider» armado con una Blackberry en cada mano. Rockabilly en superocho milímetros. Revoltijo –se dice por aquí– de celuloide y corcheas. Cinéfilo de «Arrebato», «Eldorado», «Alemania Año Cero» y justo al lado en la estantería «una buena colección de cintas de artes marciales». Entre los Beatles y los Rollings, prefiere «el soul» e igual quisiera ser negro como Lorca en su poema de Nueva York. Inquieto como Bert Stern cuando inmortalizó a Marilyn para la eternidad seis meses antes de morir. Entre Norma Jean y Audrey Hepburn, se queda con Jean Simmons. Antes «El verdugo» que «Los Santos Inocentes». Ni Robert Redford ni Paul Newman, «Alec Guinnes». Mejor «Alain Delon» que Arturo Fernández. Y entre Robert de Niro y Alfredo Landa, se queda «con Antonio de la Torre». «Un poco de todo» pero, como una vez le dijo Imanol Uribe, «desde fuera se aprecia una idea de cine». El sello Cienfuegos –«y de Alejandro Díaz», subraya– para el Festival de Cine Europeo que arranca hoy.
«Mi única pena es que, cuando me confirmaron como director, lo primero que imaginé fue viéndome en el Pizjuán y en el Villamarín viendo al Sporting. Y no ha podido ser». Lo del Sporting, «de toda la vida», le viene «de familia». Le sorprendemos liado con la fe de erratas y los logos. Puliendo la guía del festival, limando el dossier para el espectador. Arranca el Festival de Cine Europeo, ahora que «por fin llueve en Sevilla». La lluvia, su penúltima nostalgia tras 16 años dirigiendo el certamen gijonés y colocándolo en el selecto club de eventos de prestigio, hasta que Álvarez Cascos se lo cargó de improviso –medio millar de cineastas clamaron por su cese– porque quería una cosa más local. «Recuerdo una mañana de finales de agosto, salir de casa y de repente encontrarme un día totalmente nublado y fue un momento casi de total felicidad», dice. Con la mirada del que aprecia la lluvia a través del cristal y la distancia que da estar dentro siendo de fuera, Cienfuegos reconoce y reivindica que Sevilla «es una ciudad que tiene una vida cultural muy rica y que, por lo que he visto a lo largo de estos meses, los propios sevillanos valoran muy poco». «Sobre todo el tema musical, es un auténtico lujo. Teatros, audiciones. No sé cuántas ciudades en España pueden tener esa exigencia y este nivel». En determinados órdenes, Sevilla pasa por una ciudad agarrada a la quietud de una pelusa de polvo. «Eppur si muove». «No es una ciudad que esté por detrás, ni mucho menos, de otras ciudades cosmopolitas del resto de Europa. No está descolgada de la vida cultural europea. Todo lo contrario». El número de veces que uno pospone la alarma del despertador cada mañana le define. Y con las ciudades pasa igual. Cienfuegos se ha encontrado una ciudad cinematográfica «en todos los aspectos». «Se está realizando una labor muy interesante por parte de la APES en cuanto a la promoción de Sevilla como ciudad de rodajes, tanto cinematográficos como publicitariamente. Se me ha preguntado si tenía miedo de presentar una propuesta demasiado radical, todo lo contrario. En Sevilla hay una formación cinéfila muy importante y la suerte de que se programa cine de autor durante todo el año. El público verá mucho mejor las propuestas que se hacen», defiende.
Dicen los franceses que un equipo de rugby necesita hombres capaces de cargar un piano y hombres capaces de tocarlo. «De cine sólo hace falta que sepan cuatro, el resto son trabajadores de otros sectores», dice Cienfuegos a la hora de hablar del cariz laboral del certamen en estos tiempos en que la EPA parece uno de los libros del Apocalipsis. «Los festivales también dan trabajo, no sólo a profesionales del mundo de la programación. Por ejemplo, filólogos con la traducción simultánea y subtitulación; la organización, infraestructuras... Se cubre un espectro muy amplio del mercado laboral». El presupuesto –900.000 euros– es «ajustado» pero se compensa con «las horas de trabajo del equipo y esfuerzo sobrehumano y entusiasmo».
Directores «que se van a acercar a Sevilla a apoyar la nueva línea de programación como Jem Coen o Tizza Covi»; la sección Nuevas Olas, la gran novedad de este año, «que viene a equilibrar la sección oficial»; menos alfombra roja –lo contrario, «en estos tiempos, sería una frivolidad»– pero «sin descuidarla y más cercanía». El ciclo se dedica a Grecia con «una generación nueva, formada fuera y que ha vuelto por compromiso» y «ha matado al padre», Angelopoulos, con «un cine totalmente diferente». Experiencias nocturnas. Más un guiño a Portugal. Los países –tic-tac-tic-tac, suena para España– intervenidos. Carlos V encerraba a Tiziano para que creara. En este caso, ni es lo mismo ni es igual y podrá verse en la gran pantalla de los cines Alameda, Avenida y Plaza de Armas.
Miguel Brieva se ha encargado de un cartel un tanto transgresor. «Es uno de los ilustradores más importantes de España. Es un cartel muy divertido y la polémica es muy sana. Curiosamente fue tomado de una manera más negativa en algunos círculos progresistas». Cienfuegos, tintinófilo «de tapa dura», más de pico, pala y mina que de meterse en charcos, por más que ame la lluvia, entre «El Grito» de Munch y el silencio en la Campana, se queda «con ambos». Y lo tiene claro: «En el humor es donde se nota lo de las dos Españas».
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