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OPINIÓN: Coherencia por Ely del VALLE

La Razón
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Los cazas españoles cruzan el cielo libio, prestos al ataque, con la tranquilidad de sentirse respaldados por el «ergo te absolvo» de la ONU, condición indispensable para que los muertos sean legítimos. Vale. Ya estamos ahí ¿Y ahora, qué? El Pentágono mantiene que el objetivo no es acabar con Gadafi, y el dictador, lejos de agachar la cerviz, amenaza con cargarse todo lo que se mueva por el Mediterráneo, que es algo que, dicho por alguien que ha sido dentro del terrorismo internacional lo que Nijinsky a la danza –un innovador–, es para tomar nota. Las posibilidades son dos: que se rinda o que resista. De lo primero no parece partidario; lo segundo puede convertirse en un problema grave mientras siga sin autorizarse el desembarco de tropas, que es el desenlace inevitable cuando un dictador se enroca. Habrá que ver qué hará España en ese caso y cuál es el precio electoral que llegaría a pagar Zapatero si le quedara algo de cash en el bolsillo, que no es el caso.

El presidente que llegó prometiendo pleno empleo, mejoras sociales históricas y retirada de las tropas en misión humanitaria de Irak, prepara las maletas bajo la mirada de cinco millones de parados, el silencio de otros tantos pensionistas congelados, y la banda sonora de los misiles aire-aire de los que van preñados nuestros cazas. Ya no se trata de si debemos o no debemos estar Libia. Se trata de coherencia, y aunque sólo fuera por eso – y aun sabiendo que con el apoyo del PP, el sí era un hecho–, Zapatero nunca debió autorizar nuestra intervención sin la aprobación del Congreso. Una vez dinamitado el fondo de todo lo que supuso su programa electoral sólo le quedaban las formas, que ahora también ha pulverizado. Hasta en eso ha perdido el oremus.