Literatura
Existencialismo polémico
Janne Teller irrumpe con «Nada», que arrasa en Europa
No es la primera novela que asume este título, «Nada», ni será la última. Tampoco es el primer relato protagonizado por jóvenes sumidos en el existencialismo y la tragedia. Igual que otros textos, se enfrenta a la vida y la muerte. Como otros casos en la historia de la literatura, el libro fue prohibido durante años para luego ser aclamado y usado en los cursos de catequesis. Pero, pese a todo lo dicho: es diferente. Carente de ramplonería o moralina maniquea. De lectura sencilla pero de trasfondo trágico. Lúcido en el planteamiento pero con el resultado final de servir de incómoda imagen especular que devuelve la imagen de quien se asome a sus palabras.
Como un San Simón, el estilita, Pierre Anthon deja un día la escuela de un pueblo danés para encaramarse a un ciruelo. Al abandonar la clase dice: «Nada importa. Hace mucho que lo sé. Así que no merece la pena hacer nada». En ese instante se fragua la tragedia. Sus compañeros, en un intento por demostrarle que sí hay cosas que importan, emprenden un «tour de force» hacia los infiernos helados del dolor, la renuncia y la pérdida de la inocencia. Cada uno de ellos prescindirá de algo que tenga un valor íntimo para elevar «una montaña significado» colectivo.
Pero la urgencia apremia y cada elección conlleva un órdago de dolor en los depositarios: lo que empieza con un pendiente o unos zapatos pasa por una partida de adopción hasta terminar profanando: muerte, virginidad, fe, integridad física,y así «in crescendo» hacia el estupor en una espiral macabra.Y Pierre Anthon continúa en su ciruelo, porque «mejor estar sentado en la nada que en algo que no es nada». Resultan 160 páginas, a veces buñuelianas, a veces goldingnianas –como una revisitación de «El señor de las moscas»– desapacibles, incómodas, que imponen una terrorífica gravedad en cada escena con la intención de viajar al origen de la condición humana y que termina siendo un manifiesto de la búsqueda de trascendencia que sólo algunos narradores consiguen. Fábula trágica, alegoría demoledora, parábola feroz. Incluso auto sacramental escrito en atención a la frase goethiana «el mal busca excusas, no razones». El personaje ha generado tanta atracción, que tiene su página en Facebook en la que se nos invita a dejar en un montón, algo con «significado», para contribuir a que Anthon baje del ciruelo.
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