Nueva Zelanda

Italia no da para más

La selección italiana no logra vencer a la de Nueva Zelanda

La Razón
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Cuatro años son muchos para un futbolista. Para Fabio Cannavaro es toda una vida. El tiempo que ha pasado desde que levantó la copa como campeón del mundo y fue elegido Balón de Oro hasta su responsabilidad en los dos goles que ha encajado Italia en este campeonato. Al defensa rápido, que ganaba siempre por anticipación a los delanteros, se le han echado los años encima. Ahora llega tarde o no llega. Y comete errores como el de ayer. El centro neozelandés en una falta le cogió por sorpresa. No supo si despejar o controlar y la pelota quedó muerta a los pies de Smeltz, el delantero de Nueva Zelanda. Un gol para que Italia desafiara a su naturaleza.

Con el partido boca abajo, los italianos tuvieron que lanzarse al ataque. Tampoco es extraño para ellos, enseñados a apretar sólo en situaciones de emergencia. Y pocas situaciones tan graves como perder contra Nueva Zelanda. Están acostumbrados a encontrar algo, aunque sea en los últimos minutos. No tuvieron que esperar tanto, pero a los italianos se les notaban las prisas. Donde no llega el fútbol llegan los trucos y De Rossi se tiró en el área al sentir un leve tirón en su camiseta. Penalti, gol de Iaquinta y vuelta a empezar.

Italia había agotado sus recursos ajenos al juego y lo intentó con la pelota en los pies de Montolivo y De Rossi. Dos futbolistas que parecen sacados de otro país. Jugadores que aciertan a encontrar con la pelota otras camisetas azules. Los dos lo intentaron en lanzamientos lejanos, que siempre se encontraron con las manos de Paston. Y cuando no era Paston era el poste. El extraño efecto del balón engañó al guardameta neozelandés, pero la pelota frenó en el palo.

Nueva Zelanda se creció con su gol, se sintió capaz de enfrentarse a la campeona del mundo, que ya no da miedo a nadie. Los italianos han perdido la confianza en su defensa porque ya no tienen motivos para creer. La lesión de Buffon y la vejez de Cannavaro les han dejado huérfanos. Chiellini tampoco es ninguna ayuda. Y, además, insiste en sacar el balón desde atrás. Normalmente con pelotazos que no van a ningún sitio. Tampoco se impone en el juego aéreo. Los delanteros de los «all whites» no tienen miedo a chocar y los dos centrales italianos sufrieron sus codos. Especialmente los de Fallon, al que una tarjeta temprana le quitó las ganas de discutir por los aires.

Cannavaro y Chiellini perdían en las disputas por arriba. Y Marchetti lo sufría. Wood, el sustituto de Fallon, tuvo la oportunidad de cambiar la historia, pero cruzó demasiado su disparo.

Italia se anima cuando la situación es casi irremediable. Y en los últimos minutos, con la entrada de Pazzini y la ayuda de Di Natale, que había entrado tras el descanso, se empeñó en calentar las manos de Paston. Pero era Camoranesi el que contagiaba con su carácter al resto. El que los empujaba hacia el área con más esperanza que juego mientras el pobre guardameta neozelandés miraba con angustia al marcador cuando quedaban pocos minutos para el final. Como si intentara meter prisa al cronómetro, que seguía a su ritmo porque él no entiende de ilusiones.

Nueva Zelanda consiguió su objetivo, aguantó a la campeona del mundo, que sólo ha conseguido dos empates en dos partidos. Una situación traumática para cualquier otra selección. Ellos, tan tranquilos. Otro empate les sirve.