Alfonso Merlos
Ruta hacia la nada por Alfonso Merlos
No nos merecemos la estampa de una España desmadrada, de una nación que en 24 horas se conduce sin respeto ni medida perdiendo la dignidad. Mucho menos cuando los responsables de generar esta imagen, nunca tan inoportuna como ahora, se han entregado a perpetrar atentados, provocar lesiones, capitanear actos de desobediencia y resistencia incívica o generar toda clase de desórdenes públicos (¡y a algunos les parece poca cosa!).
Un carrusel de provocaciones a pie de calle, desafiando las leyes y a quienes las promulgan, es el peor negocio en el que ahora se puede meter este país. Vale que los ayatolás del 25-S, que han anunciado que mañana vuelven a la carga, se obstinen en seguir adelante en un sendero nihilista, absurdo y peligroso. Allá los que confunden la libertad con el libertinaje o, aún peor, con la anarquía. Pero no vale que desde algunas instituciones del Estado o desde los cuarteles generales de partidos políticos progres y comunistas se les baile el agua a quienes berrean y proclaman que hay que acabar con esta dictadura. ¡¿Nos hemos vuelto locos?!
Este proyecto colectivo del que todos formamos parte y al que todos debemos aportar lo mejor de nosotros no se va a regenerar a base de experimentos con piedras, palos y adoquines; ni con petardos, ni con jerseys con capucha. Somos algo mucho más serio, más importante, más respetable y más presentable. La prueba del algodón es que la única lideresa en todo el globo que se ha derretido ante los cabecillas de este rebautizado 29-S ha sido la estrafalaria, mezquina y antiespañola Kirchner. ¿Nos enteramos?
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