Boston
La Rebelión del Té
La emancipación norteamericana empezó con una rebelión contra los impuestos. Para dejar bien claro su propósito, los colonos tiraron al mar, en el puerto de Boston, varios cargamentos de té. Al acto, entre festivo y reivindicativo, se le llama desde entonces el Tea Party. Tea Party es también el nombre que ha recibido un movimiento de carácter popular y conservador que empezó, a principios de 2009, como una protesta en contra de la ampliación de la intervención gubernamental, una política muy propia de la administración Obama, que los miembros de la nueva Rebelión del Té consideran contraria a la tradición norteamericana de gobierno limitado y defensa de la libertad individual.El movimiento empezó de forma espontánea. Ha ido cobrando fuerza por su cuenta hasta convertirse en uno de los ejes de la política norteamericana. Recuérdese que en noviembre se celebrarán elecciones para la renovación de la Cámara de Representantes y parte del Senado, y Obama y su Partido Demócrata se enfrentan a ellas con unos índices de popularidad notablemente bajos.Ni qué decir tiene que el movimiento del Tea Party ha sido tachado de monstruo de extrema derecha. No podía ser de otro modo. La mutación económica que estamos viviendo –porque esto es algo más que una crisis– ha traído y traerá aún más recortes en unos gobiernos que habían crecido mucho más allá de lo razonable. En bastantes países hay manifestaciones en contra de los recortes. Estados Unidos es el único país del mundo en el que las manifestaciones no se están haciendo en contra de los recortes, sino a favor de la austeridad, es decir para impedir que los gobiernos sigan usurpando el poder de las personas y de la sociedad. ¿Alguien se imagina que en Sevilla, en Barcelona o en Valencia hubiera centenares de actos en contra de la opulencia de las castas políticas locales y nacionales, de los liberados sindicales, de las subidas del IVA, de las dádivas a los millonarios artistas de la ceja? Pues eso es lo que están haciendo los norteamericanos del Tea Party. En Estados Unidos, los conservadores –el pueblo que trabaja, que no vive de la subvención y que paga sus impuestos– se ha rebelado, y lo ha hecho por su cuenta.También está claro que el movimiento plantea desafíos importantes. Uno de ellos es cómo va a responder el Partido Republicano a esta presión popular. ¿Sabrá encauzarla?, ¿sabrá proponer soluciones?, ¿saldrán líderes que le den voz? También habrá que ver hasta qué punto el sistema político norteamericano, tan profundamente democrático, va a responder a lo que se puede convertir en un movimiento de deslegitimación de la acción política, con todos los riesgos que eso entraña. Hasta ahora, los norteamericanos siempre han encontrado respuestas civilizadas al populismo y al descrédito de los políticos profesionales, no menor allí que aquí. Es posible, sin embargo, que la crisis actual sea tan de fondo que requiera reformas hasta ahora inéditas. Como se ve, hay –y habrá- muchas cosas que aprender de la Rebelión del Té.
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