Literatura

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Adiós a los poetas

La Razón
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Si se mira la lista de los autores premiados con el Cervantes desde su creación en 1976, hay un hecho llamativo: el número de poetas galardonados. Desde el primero, Jorge Guillén, a Luis Rosales, José García Nieto, Alberti o Gamoneda y Gelman más recientemente. Luego hay autores que se mueven en el ensayo o la prosa ensayística –que es más propio de una cierta tradición hispana–, como Ayala, Jiménez Lozano, Sánchez Ferlosio, incluso Octavio Paz o María Zambrano. Luego hay excentricidades como el que Jorge Luis Borges tuviera que compartir el premio con Gerardo Diego. El caso es que novelistas hay pocos, o por lo menos a la manera de Juan Marsé, el último galardonado. Está Delibes (1993), Vargas Llosa (1994) o Cela (1995) y todo hace pensar que en el futuro lo serán más, porque ese modelo de intelectual mitad poeta, mitad ensayista y mandarín de todos los guisos político-literarios está en desuso. Los poetas sienten fascinación por el poder, quizá porque ellos mismos tienen una confianza infinita en su papel demiúrgico, quizá porque es un género que se consume en privado y sólo al alcance de minorías divididas en escuelas irreconciliables. Por eso, y por tantas novelas, Marsé, al fin.