Londres
Alemania cambia de estrategia en plena crisis
El Parlamento alemán aprobó hace un mes el segundo paquete de estímulo económico en tres meses. Después de que el primero coleccionara críticas por insuficiente y la actitud de la canciller, Angela Merkel, se convirtiera en modelo de inacción frente a la crisis, el Gobierno germano trata ahora de accionar cualquier palanca que le permita sacar a la locomotora económica de Europa de la vía muerta en la que ha entrado: una «profunda recesión», en palabras de su ministro de Finanzas. Tras registrar una notable expansión económica en los últimos años, Alemania daba síntomas de haber digerido, por fin, los altos costes de su reunificación. Pero la crisis internacional ha cortado esa progresión. En 2009, su economía registrará la mayor contracción desde 1960 (un 2,3%), muy influenciada por la pérdida de vitalidad exportadora. La crisis ha comenzado a trasladarse a las calles. Después de 34 meses decreciendo, el paro ha vuelto a aumentar en diciembre. La incertidumbre sobrevuela grandes factorías, como las cuatro que Opel tiene en el país, en las que trabajan casi 26.000 alemanes. Todo ello redunda en la debilidad del consumo interno y en la pérdida de la confianza empresarial. Ante semejante panorama, el Gobierno de coalición entre conservadores y socialdemócratas no ha podido mantenerse en sus criterios de finales del año pasado. «Mi experiencia me dicta que los planes de reactivación económica nunca consiguen efectos reales, tan sólo endeudar más al Estado», afirmaba en diciembre el ministro de Finanzas, Peer Steinbrück. Un mes más tarde, el mismo Steinbrück encabezaría el diseño del mayor paquete de estímulo desde el final de la II Guerra Mundial: 50.000 millones que darán al traste con el equilibrio presupuestario, principal objetivo gubernamental.
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