Psiquiatría
«Alergias migrañas y astenias de primavera» por José Antonio Vera
Todos los años por estas fechas tenemos que hablar de lo mismo. O sea, de las alergias, de la primavera, de lo bonita que es esta estación en la que brotan los campos y se nos inunda la vida de luz y de color, y de lo mal que lo pasamos cuando entramos de lleno en ella: no sólo por las alergias, sino porque en primavera los chavales tienen más acné y más pecas, afloran las dermatitis y las urticarias, se exacerba el asma, nos pican la garganta y la nariz y los ojos, abundan las rinitis, y podemos también caer en la denominada astenia o depresión primaveral, estado lamentable en el que uno se sumerge sin saber muy bien por qué, y que se manifiesta en forma de pesadez o debilidad, como si se te cayera la primavera encima. De manera que muy bien, esta estación es estupenda, aunque en ocasiones es como si te quedaras hecho un asco. Por ejemplo, con las alergias. Dicen que este año son de campeonato. Andan ya las urgencias saturadas de gente afectada por ahogos y asmas producidos por los pólenes que abundan por todas partes. Hay gente que no soporta el polen. Una de mis hijas se pasa la primavera enrojecida, con los ojos llorosos e hinchados, y estornudando cada dos por tres. A mí me ocurre a veces, pero menos, aunque hay días que estornudo a todas horas. Piensas que estás acatarrado, pero no. Estás afectado por estas alergias que afectan ya, de hecho, a uno de cada cuatro españoles. O sea, al veinticinco por ciento de la población. Es curioso, pero el 90 por ciento de los alérgicos son niños de hasta 14 años y adultos jóvenes, esto es, pacientes entre 20 y 40 años, aunque cada vez se dan más casos de alergias entre personas mayores que antes no las habían padecido. Con frecuencia es habitual que quién ha sufrido de niño reacciones alérgicas muy fuertes a medida que va creciendo le va disminuyendo esa reacción, si bien luego los efectos se pueden reproducir en la madurez de manera visible en forma de conjuntivitis o asma. Los que padecen alergias muy intensas deben lógicamente acudir al especialista para que les pueda ser detectado el tipo de alérgeno, y de esa forma elaborar la vacuna correspondiente o un tratamiento específico con inhaladores. Para los casos menos agresivos pueden servir los remedios de toda la vida, entre ellos los cataplasmas de llantén mayor, que siempre funcionaron bien en los casos de asma generado específicamente por el polen, o las friegas con aceite de melisa para las dermatitis alérgicas caracterizadas por el enrojecimiento de la piel, erupciones, picores, o incluso urticarias. Es curioso lo de la primavera, pero es como si el cuerpo tuviera la necesidad de limpiarse y expulsar todo lo acumulado durante el invierno. De ahí las erupciones cutáneas en muchos jóvenes asiduos a comer mucha grasa y pastelería. En primavera la sangre se revuelve y las impurezas tienen necesidad de aflorar en forma de granos. Al acné hay que atacarlo desde fuera con pomadas o remedios tópicos tradicionales como los emplastos de patata cocida (expulsa los tóxicos al exterior, a la vez que es calmante y no deja marcas) pero sobre todo hay que combatirlo desde dentro con una alimentación mucho menos fuerte y más ligera, abundante en hortalizas y verduras. Para la anemia primaveral son muy eficaces las ensaladas de remolacha roja, un alimento concentrado potente con fama de «producir sangre». Para la depresión o la melancolía que afectan a algunas personas, siempre se recomendó, con gran eficacia, la hierba de San Juan, también conocida como hipérico o corazoncillo. Empeoran igualmente en primavera las migrañas y las jaquecas, y por supuesto los problemas de estómago, que ahora se combaten fácilmente con omeprazol, y antiguamente con remedios naturales muy eficaces como los jugos de col o las semillas de lino, estas últimos productoras de un mucílago de gran efecto curativo y regenerador para la mucosa del estómago. En fin, que la primavera es estupenda y muy bonita, pero también con ella se nos acumulan numerosas molestias que hay que tratar con mucha paciencia.jvera@larazon.es
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