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Ana Diosdado escribirá las memorias de su ex marido Carlos Larrañaga

La Razón
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Se trata de una oleada de recuerdos que, a veces, patinan por culpa de la desmemoria, el interés o la intención de no hacer daño. Porque para recordar es necesario precisar sin adulterar. Así, son modélicas las páginas de María Casares, hija de un Casares Quiroga a quien recuperó con un extraordinario sentido del humor –aunque nadie lo diría por su actuación política– en «Residente privilegiada». Acabo de repasar el volumen, que refleja su éxito en la «Comedie Française» durante la época en que se convirtió en un monstruo sagrado del cine galo. En aquellos tiempos su producción marcaba estilo, lo mismo su nostalgia coruñesa de los veranos en Montrove que su manera de simultanear tres amores cuando era ya madura. Tales vivencias estremecen por lo descarnado de la evocación, y mi abuela lloró cuando Casares Quiroga murió en París de una tuberculosis, el sino de aquella época. Eran íntimos, y todavía la veo lagrimeando «por el pobre Santiaguiño». Galán irresistibleEn este estilo, imagino que Ana Diosdado no se andará por las ramas a la hora de recoger el material sobre su único ex marido, al que fue fiel durante veinte años. Una unión que chocó en el momento, porque Carlos Larrañaga tenía fama de galán irresistible, «enfant terrible» de nuestro cine y castigador impenitente con visos de seductor. Hijo de la eximia Fernanda Ladrón de Guevara, la actriz tuvo el mayor ingenio de aquella generación, además de una elegancia que llenaba los teatros. Sus dichos ocurrentes hicieron historia, y la recuerdo al desembarcar en La Coruña después de un viaje a México del que volvió diciendo: «Por allá me llaman "las tres carabelas"porque, cuando fui de cría con doña María Guerrero, me apodaron "la Niña". Luego, ya divorciada de Rafael Rivelles, me pusieron "la Pinta", y ahora, mayor y canosa, me dicen "la Santa María"». En otra ocasión, inefable y ocurrente, desdeñó la comedia que le ofrecía un novel y él, ofendido, replicó: -No se crea, doña María, que a mí me ha estrenado Rivelles.-¡Toma, y a mí, pero está listo como le dé el mismo número de representaciones!.Sus hijos, Amparo Rivelles y Carlos Larrañaga, son buenos herederos de aquel humor que quizá la Diosdado recree en estos momentos, ya metida en faena con las memorias. «Está descubriendo cosas mías que ignoró durante nuestro matrimonio», apunta el actor.Carlos tuvo una carrera famosa de amoríos hasta con Ava Gardner, que cada madrugada le recogía en el Eslava. Una vida bien exprimida en todos los niveles, con ídolos en una época como Jorge Mistral, Alberto Closas y Fernán-Gómez. Y es que Carlos es como nacido de García Márquez, alguien de otro tiempo, un héroe romántico que puso chófer a su moto y siempre está de actualidad, como ahora, ya que ha sido padre a los 70. Encandilará retratado por la Diosdado, que no mira hacia atrás con ira, sino que es un ejemplo de entendimiento más allá del compromiso amoroso.