Aeronáutica
Apagar fuegos sin despegar del suelo
Un simulador permitirá a los alumnos de la Unidad Militar de Emergencias realizar prácticas para la extinción de incendios en condiciones adversas programadas por los instructores
Arrancan los motores del hidroavión CL-415, un modelo de la flota del Ministerio de Defensa dedicada a la prevención y extinción de incendios. Es un día nublado y el embalse más cercano para la toma de agua implica la necesidad de peligrosas maniobras por lo complicado del entorno. Entonces, además, uno de los motores comienza a dar problemas.
Situaciones como éstas, que pueden producirse a diario, son a las que se enfrentan los pilotos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) que, a partir del verano de 2009, contarán con un simulador diseñado por Indra para potenciar el entrenamiento en condiciones adversas. El simulador, que servirá como complemento al vuelo real, cuenta con una ventaja clara: «las maniobras y las misiones que se pueden simular son muy peligrosas, porque tanto la toma de agua como las condiciones son de alta dificultad, por lo que la práctica real de las emergencias resulta muy complicada o imposible», apunta Frutos González, jefe de programa de Simulación y Sistemas Logísticos de Indra. El instructor, un miembro de la UME, podrá plantear ejercicios y generar situaciones de vuelo con baja visibilidad, condiciones de humo o lluvia, sobre reproducciones exactas del territorio, «gracias a la base de datos orográficos con que cuenta el Dispositivo de Entrenamiento de Vuelo –FTD por sus siglas en inglés– del simulador. Este software permite recrear con fidelidad las situaciones con las que pueden encontrarse los pilotos o los tipos de fuego sobre los que el avión interactúa», añade González.
El sistema, que se compone de una posición de pilotos que reproduce la cabina del avión CL-415 y una posición de instructor, posee instrumental de vuelo idéntico al del avión real y reproduce el comportamiento y la respuesta en vuelo del aparato. Así, el alumno percibirá durante el entrenamiento el sonido de los motores, del tren de aterrizaje o el que producirían las distintas maniobras al ejecutarse. Por ello, el simulador se basa en «una mezcla de comportamientos dinámicos de los programas, unos modelos software de los que forma parte el comportamiento del avión, y una parametrización del instructor, que modifica el entorno y establece las características del vuelo».
Pero, ¿puede competir el simulador con un entrenamiento de vuelo real? Como explica Frutos González, «en ningún caso las prácticas en el simulador son sustitutivas a las horas de vuelo en un aparato real, pero la posibilidad de modificar las condiciones para generar situaciones de alto riesgo por parte de los instructores sin que se genere un peligro para el alumno supone un complemento único».
Además, Indra ofrecerá, desde la instalación del simulador en la base de Torrejón, cursos de formación para los operadores y los instructores de la UME para poder optimizar la usabilidad de la herramienta. Los miembros del equipo antiincendio han colaborado muy estrechamente con la compañía, sobre todo en la creación de la base de datos virtuales, validando las reacciones del avión virtual ante las distintas situaciones.
«El CL-415 es un avión con una misión muy especial –añade González–, por lo que, aunque el simulador emplea la misma tecnología que otros similares, difiere por ejemplo en las características de su modelado visual, que incluye una base de datos de todo el territorio nacional. Los aspectos de la simulación de lagos, embalses y puertos son muy importantes para esta herramienta, por lo que es importante la correlación entre el modelo visual del simulador, la orografía real y el modelo de comportamiento dinámico. Por otra parte, aunque las flotas de usuarios son normalmente pequeñas, el avión es ampliamente utilizado en Europa, por lo que se analizarán las posibilidades del uso compartido del aparato de la UME».
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