Trabajo
Bandas profesionales de ex policías y militares en paro
MADRID- Muchos son ex policías o militares. Sus países de origen han sufrido guerras, revueltas y una transformación que ha colocado en las listas del paro a estos profesionales de las fuerzas de seguridad. La apertura de fronteras y la caída del telón de acero, les han abierto las puertas de Europa y como no, de España. Son los delincuentes que provienen del Este. Unos individuos que aprovechan su instrucción militar para delinquir y que de unos quince años a esta parte se han instalado en España y han situado su base de operaciones en la región.
Con este panorama: ¿están nuestras fuerzas de seguridad preparadas para enfrentarse a este tipo de criminales? La respuesta parece ser que no. O al menos, no del todo. La razón no es otra que la combinación de varios factores. En primer lugar, la profesionalidad de los malhechores, así como el escaso valor que le dan a la vida de sus víctimas y sus armas. Muchas de ellas, de guerra. Los policías y los guardias civiles han tenido que rediseñar su forma de actuación para adaptarse a este flamante tipo de bandas.
Antes, con la delincuencia autóctona era raro que cualquier agente tuviese que desenfundar la pistola a la hora de proceder a detener a un sospechoso. Hoy en día, con este tipo de criminales, las fuerzas de seguridad se esmeran en no poner en peligro a sus trabajadores.
Falta de preparación
Si se conoce la peligrosidad y el carácter violento de los malhechores no son los investigadores los que detienen a estos forajidos, sino las unidades especiales de cada cuerpo. Agentes preparados y armados adecuadamente.
«El problema surgirá cuando estos delincuentes se crucen con una patrulla». El que habla es Joaquín Cánovas, secretario general de Madrid de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). En su opinión, las fuerzas de seguridad tienen un déficit de formación importante para poder hacer frente a esta delincuencia importada.
Advierte de que no quiere ser tremendista, pero denuncia el escaso número de horas lectivas de las academias dedicadas a las intervenciones policiales o al tiro. «No estamos preparados», explica. Aunque va más allá, «no lo estábamos ni siquiera antes». Por eso le preocupa que estos ciudadanos del Este se crucen en el camino de una patrulla uniformada que no disponga ni de formación ni de equipación para enfrentarse a ellos.
Considera que se ha avanzado mucho en la teoría. Es decir, modificando la legislación, por ejemplo, con la Ley del Menor o la de Violencia de Género, pero no se desarrolla una educación a los aspirantes a guardias civiles acorde con los tiempos actuales que les facilite su trabajo en el asfalto.
«Cuando sales de la academia te dan un arma reglamentaria. Hay quien sólo había disparado cinco veces con la pistola nada más comenzar a patrullar. A algunos, ni siquiera les enseñan a poner los grilletes. De repente sales a la calle y te encuentras que la realidad es otra y que lo que te han enseñado no sirve de nada», sentencia.
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