País Vasco
Basagoiti aguanta el tirón
Lo tenía difícil, más difícil que nunca lo ha tenido ningún candidato popular con un partido que había perdido las generales y que se debatía en una guerra interna sin precedentes. Pero ha aguantado el tirón. En realidad lo que pasó ayer en el País Vasco es lo mejor que podía pasar dado el duro contexto en el que se han desarrollado estos comicios. Ahora es posible formar un Gobierno constitucionalista y está en manos de Patxi López esa decisión, que ha visto cómo se alejaba la posibilidad de formar un «Gobierno a la catalana» y que sólo tiene dos opciones: o gobernar bajo Ibarretxe o hacerlo con el PP. Basagoiti es la llave del cambio. Más no se le podía pedir a una sociedad vasca que nos lleva defraudando a los constitucionalistas durante tres décadas. La esperanza de que el PNV se estrellara en estas autonómicas era bastante irreal. Estaba cantado que los resultados no serían espectacularmente malos para Ibarretxe por varias razones, la primera de ellas que la ilegalización de los dos partidos de ETA era un buen seguro, una providencial colchoneta que podría amortiguar cualquier posible descenso ya que el nacionalismo se moviliza siempre y sistemáticamente hacia el voto útil cada vez que ETA no se ha podido presentar a unas elecciones y ese voto útil es el que recoge el «partido guía». A esa razón se añadía la imagen de moderación que ese partido ha tratado de dar amordazando durante toda la campaña a Arzalluz y al propio Ibarretxe que, en su mitin de cierre de campaña, lejos de sacar a colación su mitológico referéndum o de concretar los puntos «irrenunciables» de cualquier reforma estatutaria, se puso sentimental y recurrió a una frase dramática que parecía un testamento: «Lo he dado todo por este país». Uno no quisiera quedar como un desagradecido pero, personalmente, se habría quedado satisfecho con que ese hombre hubiera dado por el País Vasco un poco menos. Uno sinceramente se alegra de que por primera vez exista la posibilidad de que el nacionalismo deje de «darnos tanto» a los vascos. Hay cariños que matan.
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