África

Extremadura

Biotecnología contra el hambre

«Nunca había visto tres mazorcas en un mismo tallo. Los OGM son el futuro para la agricultura en África», declara un sudafricano 

Biotecnología contra el hambre
Biotecnología contra el hambrelarazon

Los agricultores sudafricanos ven en las semillas genéticamente modificadas el futuro de su país y continente. Motlatsi Musi da gracias a Dios todos los días porque la biotecnología haya llegado a sus manos. Nos recibe en Sudáfrica, en su finca de maíz genéticamente modificado. «Oí hablar de la biotecnología en 2003. Entonces tenía una hectárea y decidí utilizar semillas transgénicas. Hoy tengo 40 hectáreas», dice este agricultor negro de 52 años. «Gracias al mayor beneficio que tengo con los transgénicos, mis cuatro hijos están estudiando, algunos en la universidad». «Nunca había visto tres mazorcas en un mismo tallo y esto es gracias a las biotecnología. Creo que es el futuro para la agricultura en África». Como él o la señora Baloyi, que cultiva maíz transgénico cerca de su casa en una pequeña parcela de Soweto –el suburbio más grande del mundo–, son muchos los agricultores sudafricanos que ven beneficios en los OMG. «Además de producir más, no creo que sean tóxicos porque mi familia y yo llevamos años comiendo el maíz transgénico que cultivo». Estos dos agricultores sudafricanos prefieren cultivar maíz transgénico a maíz convencional al que le ataca el gusano taladro. Lo conocen bien porque antes cultivaban el convencional pero dejaron de hacerlo y Musi nos muestra el motivo de su cambio y de haber perdido cada año hasta un 25 por ciento de su cosecha. Al abrir una mazorca de maíz convencional, ahí está el gusano taladro tan temido por todos los agricultores. El taladro ha hecho un surco desde el tallo hasta la mazorca. Presenta un aspecto negruzco y medio seco. En cambio, en la otra mano, Musi tiene una mazorca de maíz transgénico. A diferencia del maíz español que es amarillo, el sudafricano es blanco, muy blanco, con granos gruesos, compacto y mucho más grande que el convencional. Menos pesticidaCada año compran las semillas a Monsanto, la multinacional líder en organismos genéticamente modificados que comercializa, al menos, el 90 por ciento de las semillas transgénicas plantadas en 2008 en 26 países. Para el director de biotecnología de Monsanto, Carlos Vicente Álvaro, «la biotecnología es parte de la solución al hambre en el mundo pero no es la panacea, es una herramienta más y su carta de presentación son los beneficios: no hay problemas documentados sobre seguridad tanto en personas como en animales en los 12 años que el mundo lleva cultivando transgénicos. Se han cultivado un total de 800 millones de hectáreas acumuladas de OMG, más de 13 millones de agricultores han sembrado cultivos transgénicos en el mundo (maíz, algodón, soja y colza son los principales cultivos), se han eliminado 359.000 toneladas de pesticida equivalente a un tren con vagones cisterna, y además se han ahorrado 1.800 millones de litros de combustible por no laboreo». Monsanto insiste en que «la mejora de la agricultura en el mundo se consigue en un laboratorio gracias a la biotecnología. Se trata de producir más con menos recursos y de forma sostenible ya que, según la FAO, la población de la tierra aumentará considerablemente. De los 6.400 millones de habitantes que hay en 2009 pasaremos a 9.150 millones de personas en 2050. Casi 3.000 millones más de habitantes a los que poder alimentar con maíz resistente a la sequía o tolerante a herbicidas. Si no hacemos una agricultura tecnificada basada en la ciencia, no solucionaremos los retos». También el profesor titular del Departamento de Biología Molecular de la Universidad Autónoma de Madrid, José Antonio López Guerrero, está a favor del potencial de la transgénesis. «Creo que hay un temor a los desconocido, pero no hay duda de que los alimentos transgénicos son los más seguros del mundo. Para que un producto salga al mercado hacen falta entre siete y 10 años de investigación, pruebas y aprobación por numerosos organismos oficiales, en cambio, nadie pone en un duda un medicamento al comprarlo en la farmacia», afirma. «El principio de precaución y el debate son muy útiles, pero si la penicilina hubiera estado sometida a tanta presión, jamás hubiera llegado a salvar tantas vidas. Hace 30 años, también hubo muchas dudas cuando los diabéticos vieron cómo la insulina obtenida del cerebro de los corderos era sustituida por insulina humana obtenida de una bacteria modificada genéticamente», explica López. Es el temor a los desconocido, dice el director de la Unidad de Cultura Científica de la Universidad Autónoma de Madrid. España es hoy en día el país de Europa con más hectáreas de cultivos transgénicos. En concreto casi 80.000 hectáreas de maíz BT repartidas sobre todo por Aragón con el municipio de Tauste a la cabeza y Cataluña, Navarra, Extremadura, Albacete, Madrid, Toledo y Guadalajara. De momento, el maíz es el único cultivo autorizado en nuestro país. Existen campos de ensayo donde someten a la semilla a las pruebas de climatología de cada zona. Y si España es líder en Europa en OGM, también lo es Sudáfrica en el continente negro. Tiene nada menos que 1.800.000 hectáreas de cultivos de maíz y algodón. El maíz es el alimento básico para los sudafricanos. A diario comen una especie de pasta hecha de maíz blanco y en cuanto al algodón lo exportan a China para la industria textil. Los africaners Jaco Burger y Hans Van Rensburg presumen de plantaciones de algodón. Parecen campos nevados en el norte de Sudáfrica muy cerca de la frontera con Mozambique. Cada planta tiene más de 20 bolas de algodón. Llevan nueve años cultivando este tipo de algodón. Entre los dos agricultores tienen más de 2.000 hectáreas transgénicas y han visto aumentar su productividad casi un 50 por ciento. Es el principal motivo por el que usan semillas tolerantes a herbicidas. Así las malas hierbas no se llevan los nutrientes de la planta porque mueren al ser rociados con herbicida, algo a lo que el algodón convencional no es resistente. «No creemos que sean tóxicos para el medio ambiente, por eso los cultivamos», aseguran.Dejando a los agricultores blancos de Sudáfrica y volviendo a Europa encontramos del lado de los transgénicos un manifiesto mundial de apoyo a los OGM. Lo firman más de 3.400 científicos de prestigio de todo el mundo, incluyendo 25 Premios Nobel. También la Organización Mundial de la Salud ha emitido opiniones favorables sobre los OMG. Por ejemplo, el maíz transgénico que se cultiva en España ha sido autorizado por el entonces Ministerio de Agricultura y ha tenido que pasar los consejos de evaluación de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (conocida por sus siglas en inglés EFSA), un organismo oficial de la Comision Europea formado por más de 80 científicos independientes de Europa que en este caso, han emitido opiniones favorables.