Historia

Fotografía

Cáncer de estómago

Murió a las pocas semanas, pero nos enteramos cuando la tierra de su sepulcro ya estaba pasada de moda

La Razón
La RazónLa Razón

Regresó con éxito en el 94 al cabo de veinte años de ausencia. Se había desprendido de unos cuantos quilos y estaba tan delgada como entonces. Al verla iluminada en la tarima por la luz entallada del cañón, pensé que a Lena Carrington sólo le había envejecido su público. Los muchachos habían olvidado su repertorio pero Lena se llevó una alegría cuando al cabo de tantos años descubrió que sus seguidores del Savoy todavía la distinguían con las mismas groserías con las que tantas noches la habían aclamado. Concluido el primer pase agradeció todo aquel jaleo subido de tono, tomó aire, se arrimó al piano y mientras en los dedos de Larry vagaban las notas de «Help me make it through the night», Lena mató la noche de un plumazo: «Gasté mis ahorros en una dieta para adelgazar porque pensé que perder quilos saldría más barato que renovar el vestuario. He vuelto con mi repertorio y también con mis vestidos de entonces. Éste ha sido siempre mi peso ideal. El problema no es que la dieta haya sido muy dura. ¿Sabes, viejo Ernie?, fui una estúpida. He vuelto a mi ropa de entonces para morir en ella porque, ¿sabes?, esta delgadez no es el resultado de una dieta, sino la consecuencia de un cáncer de estómago». Se hizo un silencio y a los dedos de Larry se les deshiló la música. Lena evitó el llanto apretando los labios con los ojos muy abiertos. Después se sacudió la emoción con un parpadeo, retocó el rímel en el bodoque de sus ojos y se rehizo: «Bueno, también he vuelto porque alguien me dijo que a las afueras de la ciudad hay un cementerio con tierra de mi talla. En cuanto a mi caché, ya no es el que era. No importa. En realidad he venido para recaudar el poco dinero que cuestan las flores para un cadáver en cuyo sepelio os advierto que daré instrucciones para que se admitan esas groserías tan masculinas en las que siempre encontré afecto». Lena Carrington murió en un hospital de Iowa a las pocas semanas pero nos enteramos cuando la tierra de su sepulcro ya estaba pasada de moda. Se conserva una foto suya en el Savoy. Se la habían hecho años atrás, cuando su elegante delgadez no era una patología, mucho antes de que su estómago incluso vomitase en ayunas la luz de la radiología.